Daniel “Miliki” Jiménez lo dice con la serenidad de quien ya lo vivió todo en Instituto. Jugador histórico, segundo máximo goleador del club con 89 tantos, exentrenador y hoy director de La Agustina, el remodelado predio donde sueña con formar a los futuros ídolos de Alta Córdoba. A los 54 años, sigue hablando de la Gloria como quien habla de su casa.
“Rogaba que le fuera bien al Chino (Silvio Romero)... Se merecía más. No se le pudo dar, es una lástima que se haya ido así”, se lamentó Jiménez, en una entrevista con el programa Sentilo. Y su gesto, incluso más que sus palabras, mostró el dolor de ver partir a uno de los suyos sin poder disfrutar del regreso.
Jiménez sabe lo que significa volver. Lo vivió. Por eso valora el gesto de Romero, quien regresó al club que lo vio nacer, a pesar de todos los riesgos. “A veces, los jugadores lo piensan mucho. Saben que si vuelven y no les va bien, ese cariño puede desaparecer. El Chino se la jugó. Algunos vienen y otros coquetean todos los años”, dijo, sin dar nombres, pero dejando claro el mensaje.
La charla tuvo un tono íntimo y también sirvió para recorrer su presente como una de las cabezas del fútbol juvenil de Instituto. Desde su nueva oficina en La Agustina, forma parte de un equipo de trabajo que busca formar futbolistas pero también personas.
“Esto es otra etapa. No esperaba el llamado hace unos años para regresar al club, pero Juan (Cavagliatto) me lo hizo. Nos miramos a los ojos, charlamos, nos pusimos de acuerdo y acá estamos, tratando de hacer un Instituto más grande”, explicó.
Jiménez destaca que hoy La Agustina vive un proceso de crecimiento, con obras, planificación y una mirada ambiciosa hacia el futuro. “Los clubes se construyen desde abajo”, señaló.
Por otra parte, contó detalles de la charla que tuvo con Adrián “Maravilla” Martínez, a quien ve como un espejo de su propia historia.
Durante la entrevista también recordó a referentes como Santos Turza y valoró el trabajo en conjunto con otros ídolos que hoy forman parte de la estructura del club. “Instituto no puede olvidarse de su historia. Somos muchos los que amamos estos colores y queremos dejar algo más allá del fútbol”, expresó.
Con la humildad que lo caracterizó como jugador, “Miliki” transmite esperanza. Sueña con ver a la Gloria peleando en lo más alto y con un predio que sea orgullo para el fútbol argentino. Pero, sobre todo, quiere seguir formando. Porque si hay algo que aprendió en todo este tiempo, es que los verdaderos goles, a veces, se hacen afuera de la cancha.