A Joaquín Mosqueira aún le cuesta asimilar lo que está viviendo. Con solo 20 años y menos de dos meses en Talleres, el volante central rosarino acaba de lograr su primer título como profesional con la casaca albiazul. Y no solo eso, sino que le tocó ser protagonista al convertir un penal clave en la serie que le dio a la “T” la Supercopa Internacional, en Paraguay, ante River. Una historia que promete dejar una huella importante en su carrera.
Con la reciente experiencia en Unión, que lo puso en la órbita de Talleres, el fútbol le dio una alegría que quedará marcada en su memoria para siempre. En una charla con Deportes La Voz, no dudó en afirmar: “Creo que esto va a marcar mi vida futbolística.”
¿Sos consciente de lo que acabás de conseguir en Talleres?
La verdad, todavía no caigo. En menos de dos meses logré entrar en la historia grande de Talleres. Y conseguirlo tan rápido es inolvidable. Creo que esto va a marcar mi vida futbolística. Jugué una final contra River y pude convertir un gol importante en los penales. Ojalá sea el primero de una larga lista de títulos tanto a nivel personal como con Talleres.
¿Qué significaba este partido para vos antes de jugarlo?
No veía la hora de que llegara el momento. Era un partido decisivo, un antes y un después. Había mucha bronca en la gente por los años de terminar siempre segundo o tercero y no poder ganar el título. Es un privilegio que no me va a sacar nadie.
¿Con esto salvaron el año y borraron las críticas que venía recibiendo el equipo?
Este título habla muy bien del trabajo serio que se viene haciendo en el club. Talleres es un rival temido por cualquiera. Pero no se trata de “salvar el año”. Queremos que sea un gran envión anímico para lo que viene. Sentimos la energía de la gente y nos contagiamos de ellos. Si bien no se nos venían dando los resultados, no veníamos jugando mal. Ahora, tenemos que poner toda la energía en clasificar a la otra etapa de la Liga Profesional.
¿Por qué el equipo defendió tan bien en la final contra River y no lo hace con la misma regularidad en la Liga?
Porque se van ajustando detalles. River se asemejaba más al estilo de juego de Talleres, y estos partidos son únicos, sin revancha, a todo o nada. Ojalá que este envión anímico y la energía de la gente nos sigan acompañando en lo que viene. Cuando ajustemos algunos detalles defensivos y la pelota comience a entrar, todo cambiará.
¿Qué se te pasó por la cabeza cuando tuviste que hacerte cargo de patear ese penal?
Sí, era un penal muy pesado, y tenía algo de nervios. Vengo de ver a “Bebelo” (Reynoso) errar el suyo, pero estaba convencido de que podía hacerlo. El Cacique me preguntó si quería patearlo, y le dije que sí, no solo por mi personalidad, sino también porque pensé en mis compañeros, que habían hecho un gran desgaste físico después de los 90 minutos y el alargue, además de soportar 45 grados de temperatura.
¿Qué se te vino a la cabeza después de convertir el penal?
Se me vinieron un montón de momentos difíciles que viví en el fútbol, siempre con mi familia a mi lado, que ha sido y sigue siendo mi ancla. Pasé por momentos duros en mi carrera, pero tuve la suerte de que mi familia viniera desde Rosario hasta Asunción para verme. Son muy importantes para mí, y estuvieron cuando viví un quiebre que me hizo crecer y madurar.
Ya hablaremos de eso. ¿Con quién hablaste antes de patearlo?
Hablé con nuestro entrenador de arqueros, que me pasó unos videos de Franco Armani y me dio consejos sobre cómo se podría mover. Creo que por eso la pelota salió tan fuerte, venció su mano y entró. En esas circunstancias, el arco se te achica un poco. Es un arquero de una talla enorme.
¿Y Guido?
Es un animal. Sé todo lo que ha pasado en el club, tanto las malas como las buenas. Estoy muy contento por él, se lo merece mucho. Cuando nos abrazamos al final del partido, le dije: “Sos enorme”.
¿Cuál fue ese momento de quiebre al que te referías?
Cuando me dejaron libre de las inferiores de Newell’s, en 2019. Tuve que dar dos pasos atrás para dar uno hacia adelante, y me fui a jugar a ligas del interior, como las de Pujato y Coronel Arnold, a las que siempre estaré agradecido. Ahí competí con jugadores más grandes y maduré mucho. Era un chico, tenía 14 o 15 años. Fue un momento muy duro, pero después Unión me fichó para Renato César y comenzó una etapa mucho mejor. El fútbol tiene estos momentos, pero es ahí donde aparece la fortaleza mental del jugador. Nunca me olvido de dónde vengo ni de lo que tuve que pasar para estar hoy viviendo esta gran alegría con Talleres.
¿Con qué jugadores te llevas mejor en el plantel?
Me llevo muy bien con “el Sicario” Portillo, fuimos compañeros en Unión y compartimos representante. También, por una cuestión generacional, me llevo bien con los chicos de mi edad, como Matías Gómez, Santino Barbi y Santiago Fernández. Me sorprendió mucho la calidad del grupo, nunca hubo una falta de respeto…
Cuando pasen los años y recuerdes este título, ¿qué es lo primero que te va a venir a la mente?
Lo que sufrimos por más de 120 minutos. Nunca había experimentado una sensación de tanta presión. Y, por supuesto, el penal. Lo recordaré toda mi vida. Antes del partido tuvimos una charla privada entre todos y el mensaje fue clarísimo. Cada uno pudo expresar lo que sentía a corazón abierto. Todos sentíamos que íbamos a traer la Supercopa a Córdoba, y gracias a Dios lo conseguimos.