Instituto fue campeón hace algunos días del torneo Apertura de la Liga Cordobesa femenina, terminando el torneo invictas y a falta de una jornada. La Gloria venía de buenos procesos en años anteriores y con el deseo de dar el salto a la Primera C de AFA, como ya lo hicieran Belgrano y Talleres.
En este 2025, el club apostó a algunos cambios, llegó un entrenador nuevo, Eduardo Sancassani, y varias futbolistas con trayectoria.
Entre ellas se encontraba Sofía Belmar, volante central que logró el ascenso a primera división con Belgrano y que un año atrás había decidido ponerle punto final a su carrera de alto rendimiento.
Con la llamada del DT, el bicho por jugar volvió a picarle y se sumó a un ambicioso proyecto, que incluía jugar también la Copa Federal Amateur, un torneo organizado por el Consejo Federal que da cupos para la Copa Federal femenina.
Belmar, de 32 años, tiene la particularidad de haber jugado también en Racing de Nueva Italia y en Talleres, por lo que ostenta la marca de haber vestido las cuatro camisetas más importantes de Córdoba.
En diálogo con La Voz, Sofía analizó el título reciente, sus motivaciones para volver a jugar y lo que se viene para la Gloria.

- ¿Cómo vivieron ustedes esta conquista en la Liga Cordobesa?
-La verdad es que lo fuimos viviendo día a día y partido a partido. Este año el club tuvo muchos cambios, con la llegada de un nuevo cuerpo técnico y varias jugadoras, incluida yo. Fue un proceso muy progresivo para todo el grupo, dándonos tiempo para conocernos e ir creciendo juntas como equipo. Creo que fuimos de menor a mayor en rendimiento futbolístico hasta que nos encontramos y nos conocimos en competencia. Es un título que no es solo de este año, sino que tiene que ver con todo lo que se hizo en las campañas anteriores.
-Vos llegaste a Instituto después de haberte retirado del fútbol de alto rendimiento. ¿Cómo fue ese regreso y qué te impulsó a sumarte al proyecto?
-Sí, yo dejé Belgrano con la idea de apartarme del alto rendimiento, ya que tenía otros proyectos personales y laborales. Me dediqué a jugar fútbol 7 con amigas, reencontrándome con el fútbol desde un lugar más lúdico. A principios de este año, Eduardo, el nuevo profe, me invitó a participar del proyecto. Me saqué todas las dudas, ya que mis prioridades actuales no iban a ser resignadas. Extrañaba mucho el fútbol 11, la competencia y el ámbito de la liga, así que decidí sumarme con un compromiso al cien por ciento. Además, es el único club grande de Córdoba donde no había jugado, así que lo vi como una oportunidad para completar mi lista.

-Hablando de Instituto, ¿con qué infraestructura y qué grupo humano te encontraste al llegar?
-Entrenamos en La Agustina, el predio de Instituto. La infraestructura es variable; a veces usamos canchas poco mantenidas como la cinco, y otros días tenemos acceso al sintético que se estrenó hace poco. Sí contamos con un gimnasio totalmente nuevo, hermoso y con maquinaria muy moderna, disponible para nosotras los tres días de entrenamiento. El cuerpo técnico está muy formado y con mucho hambre de seguir creciendo. En cuanto al grupo humano, me encontré con muchísima humildad y mucho hambre de crecer. Las chicas nos recibieron muy bien, a pesar de que para ellas fue un “duelo” inicial por los cambios en el plantel y la partida de algunas compañeras. Admiro la capacidad que tuvieron para recibirnos con cariño en un momento de incertidumbre. Nos abrazaron, nos cuidaron, nos valoraron e incluso nos dieron ropa, ya que el club no la provee. Nos hicieron sentir parte muy rápido de la historia del club.
-Y en lo futbolístico, ¿cómo fue adaptarte a las canchas y pelotas de la Liga Cordobesa, después de venir de AFA?
-Fue un cambio grande, desde las pelotas hasta las canchas. Si bien no todas las canchas de AFA son buenas, yo estaba acostumbrada a jugar en el predio de Belgrano o en Alberdi, que son muy lindas. En la Liga Cordobesa pasé a canchas muy diferentes, como la sintética de Carlos Paz. La adaptación fue tanto física como psicológica, porque las condiciones de las canchas modifican el rendimiento del equipo y el estilo de juego. Si tu identidad es jugar al toque y por abajo, hay canchas que no te lo permiten. Las pelotas de la Liga Cordobesa son más duras, pesadas y grandes, a diferencia de las de AFA que son más livianas. Fue un proceso aprender a lidiar con eso y con que no siempre se puede jugar de la misma manera.

-Pasaste por Racing, Talleres, Belgrano e Instituto. ¿Qué se siente haber vestido la camiseta de los cuatro clubes más importantes de Córdoba?
-Es verdad que es un poco más común en el fútbol femenino, creo que por las condiciones que brindan los clubes. Me hace sentir un poco “panqueque” (risas), pero sobre todo muy orgullosa. Orgullosa de que los clubes me hayan abierto las puertas y de defender camisetas que tanta gente ama. La pasión de los hinchas es increíble; te siguen a todos los partidos, incluso si jugás en Catamarca o Buenos Aires. Siento mucho orgullo y mucha responsabilidad al representar a un club que para muchas personas es la vida misma. Estoy muy agradecida de seguir teniendo esta oportunidad y de sentirme bien defendiendo estas camisetas.
-Además de la liga, están en carrera en la Copa Regional Federal Femenina. ¿Cómo viene esa competencia?
Sí, estamos en carrera. Ya pasamos la parte provincial, donde jugamos contra Camioneros y Villa María y clasificamos. Este sábado viajamos a Santiago del Estero para la instancia regional, en un partido de ida y vuelta de eliminación directa. Tenemos mucha ilusión, porque es un torneo que si te va bien, te lleva a lugares muy hermosos. Yo ya lo viví con Belgrano, clasificando a la Copa Federal desde el interior, y tenemos una ilusión muy grande de que la historia se repita, pero esta vez representando a Instituto.
-¿Qué destacarías como lo más distintivo de este grupo humano de Instituto comparado con tus experiencias anteriores?
-Lo que más noto es una humildad genuina en el grupo. Creo que esto tiene que ver con las condiciones que las chicas han atravesado en estos años. Cada pequeño logro institucional se festeja en grande, son muy agradecidas por cada cosa. Hay un gran “hambre” de crecer y una capacidad de adaptación a entrenamientos más fuertes y a exigirse. Las chicas quieren ir por todo, a pesar de que la historia institucionalmente no siempre acompañó como en otros clubes. También destaco el respeto por los rivales, algo que no se encuentra en todos los clubes. Este grupo humano es lo que más me llamó la atención.