Daniel Martín Kesman tiene dos fechas de cumpleaños: la de su nacimiento, el 15/2/1971, y la del ascenso a Primera frente a Instituto, el 6/8/1994, con gol incluido. Quien fue defensor símbolo de la “T” y surgió de su semillero, habló con La Voz en Mundo Albiazul, en el pódcast sobre el equipo de barrio Jardín.
“Las finales se ganan, no importa cómo vengamos”, fue la expresión que más pegó porque el próximo miércoles, a las 20, el primer equipo jugará la final de la Supercopa Internacional ante River, en Paraguay, y la “T” no arrancó bien en 2025. Sin embargo, analizó al equipo de Alexander Medina, sus defectos y virtudes, al “Sicario” Portillo, que debe jugar de “5″, y un Talleres que se debe llevar “en la sangre”.
–¿Tenés dos fechas de cumpleaños?
–Sí, el de mi nacimiento y el de ese gol en la segunda final del ‘94.
–¿Quién te llama más: la gente o tus seres queridos?
–Está peleado, está parejo.
–”El gol lo hizo la gente”, dijiste. ¿Te salió del alma o lo pensaste?
–No. ¿Qué vamos a pensar a esa altura? Me crie en el club, en la tribuna, en las inferiores. Así que salió del corazón.
–Saliste del fútbol una vez retirado. ¿Se mantuvo la relación con la gente?
–Sí. Nunca dejás de ser jugador. Lo más lindo que me quedó fue el cariño de la gente. Me siguen saludando. Ese reconocimiento me llena de orgullo. Nos tocó descender por primera vez en la historia del club, tuve oportunidad para irme a un club de Buenos Aires, incluso acá, a otro de Córdoba, y elegí quedarme. Tuve la gracia de poder ascender al poco tiempo y hacer varios goles en el torneo.
–Había que estar en esos Talleres y surgir...
–Era complicado. Se traían muchos jugadores. Las inferiores no tenían la relevancia que tienen ahora. El entorno que tienen ahora para que uno se pueda desarrollar y prepararse para ser un jugador profesional. Hoy las cosas son diferentes. Ni mejores ni peores, pero sí distintas, y hay más posibilidades.
–Llamaste la atención porque, tras el debut en Talleres, también se conoció que estudiabas Ciencias Económicas. Hoy la “T” y muchos clubes hacen que sus jugadores estudien o se abran a otros oficios.
–Llegué hasta mitad de carrera. Al ir a Rosario Central, se me complicó bastante. Intenté terminarlo, no fue una prioridad para mí.
–¿Quién te retó más: tu viejo economista top por no terminar o algún DT por algún error en la marca?
–Ja. Mi viejo fue economista y mi vieja, contadora. Toda la familia. Mi viejo era parte del equipo de Cavallo. En una reunión importante que tuvo, cuando estaba en el gobierno de Carlos Menem, dijo: “Estoy preocupado porque mi hijo no está estudiando”. Todos le dijeron: “Que no deje el fútbol”. Así que la tenían clara, menos él. Después, cuando vieron que esto venía en serio y era profesional, quedaron felices.
–¿Por qué no seguiste ligado al fútbol?
–Hasta hoy me hago esa pregunta. No es por arrepentimiento, sino que es raro. Me quedé con el cariño de la gente, mi identidad con Talleres, de toda una vida en el club. Sigo estando ahí firme en el sentimiento y yendo a la cancha. Creo que el fútbol me cansó. Me cansó un poco el manejo, todo lo que se vive interiormente. Pasamos momentos duros. Cuando yo dejé de jugar, el club estaba en un momento delicado, complicado. Y no es porque arrugué para entrar en un momento así, todo lo contrario. Simplemente fue que veía a compañeros míos trabajando y cobrando poco y nada. Para mí, era algo normal porque tampoco cobramos en forma. Inicié otros caminos, con mucho esfuerzo. Me reinventé. En el fútbol, sos alguien a nivel profesional y cuando termina, el día después es durísimo y complicado. Salir de ese espacio de tristeza, de melancolía, de iniciar una nueva etapa, de reinventarse, llevó tiempo. No es fácil dejarlo. Actualmente, tengo una inmobiliaria y soy productor agropecuario.
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–¿Qué ves de este Talleres hoy, segundo en tabla anual 2024 y de Liga?
–Yo tomaría unos meses para atrás o más para atrás. Si vamos a hablar justo de esta etapa, no se nos están dando las cosas. El equipo muestra buen fútbol, como siempre en la historia de Talleres. El año pasado fue un año muy lindo, viene siendo una institución que se ha puesto ahí arriba. Hemos peleado siempre. Se jugaron finales y se llegó a copas. Lamentablemente, no se está dando. Ahora nos toca arrancar mal. No nos pasa sólo a nosotros, sino a los grandes clubes. No son justificativos, sino que son cosas que suceden. Hay que tener paciencia.
–¿Creés que se le va a dar un título finalmente Talleres?
–Sí, yo creo que sí. Como le pasó a la selección. Evidentemente el día que se rompa esa racha, va a ser una bomba. Se tiene que dar eso que, evidentemente, es difícil. Tenemos grandes jugadores.
–¿Lo ves con chances de mantener el protagonismo en todos los frentes?
–Hay plantel en calidad y en cantidad. Creo que está armado. Me parece que es un plantel largo. Van a llegar algunos refuerzos más, lo esperamos como hinchas.
Cardona y un zaguero más
–El pibe Santiago Fernández tuvo un debut aceptable, pero Cardona ya llegó y Medina pidió un zaguero más. ¿Por qué creés que han tenido pocas posibilidades los pibes del club?
–Es algo que todos los hinchas nos preguntamos, y más sabiendo que se está trabajando muy bien en el predio. Tiene que ver fundamentalmente con la alta presión que hay por salir campeón. La alta competencia que hay en el fútbol argentino y dentro de la institución. Evidentemente, lo primero que piensa es cómo no va a salir un “3″o un “4″, que entre comillas siempre es lo básico que tendría que salir. Sobre todo con sentido de pertenencia, como me ha pasado a mí, que hice todo el proceso de inferiores. Que lo llevo en la sangre. Eso se nota a la hora de jugar. Se nota. He jugado en otros clubes y es notorio lo que uno puede brindarse cuando querés a la camiseta. Porque te criaste en el club. Creo que tiene que ver con eso, con la alta competencia, con la presión que hay... y hay algo que no sé, por ahí la gente no termina de darse cuenta. La camiseta de Talleres pesa horrores, es pesadísima y cada vez pesa más. Por lo que no se ha dado un título. Impresionante, ¿eh? Y a ver, no porque lo esté diciendo ahora, si que no lo vemos en jugadores que acá no terminan de andar, van afuera y rinden, rinden o son figuras; o los miramos con otros ojos y después capaz que vuelven. Es pesada la camiseta. Entonces, en función de eso, hay que traer los refuerzos y preparar a los jóvenes. Hay que ver qué objetivos tienen los directivos en función de las inferiores. “¿Queremos chicos del club o no?”, “No apuntamos eso, apuntamos a prestarlos primero y después traerlo”.
–¿Te gustó el juego de Fernández?
–Sí, lo vi bien. Muchos dicen “¿por qué lo sacaron?”. Para mí, está bien. Tuvo la oportunidad de jugar y rindió. Primero, porque está Rodríguez y porque no se lo puede cargar al pibe. No lo conozco, ni a su personalidad, pero es muy positivo llevarlo de poco. Está Rodríguez. Cuando sos chico y con lo que pesa la camiseta, si toca un partido en que el equipo no funciona bien, que tenés errores, que podés perder, es complicado. Entonces es preferible llevarlo despacio.
–¿Por qué el defensor marca más en zona que cerca del delantero?
–Sí.
–Pasó que a Talleres le llegaron poco y le convirtieron.
–Sí, hay un tema de la alta presión que está ejerciendo en los últimos tiempos. Evidentemente, queda mucho espacio para atrás. Hay que pararse bien. El triángulo es entre los centrales y el “5″. Juan Carlos Portillo es una fiera. Lo ponés en cualquier puesto y rinde. Capaz que lo ponés de directivo y también rinde. Es impresionante. Pero, para mí, es “5″. Necesitamos marcadores centrales. Me gustaría verlo a él de “5″, como era Villagra en su momento o Federico Navarro. Otro estilo de “5″, que muerda. Hace falta el central que mete suela. Hoy nos llegan y nos convierten, pero también hay que buscar más el equilibrio. Ir a presionar arriba y tenemos mucho la pelota en el campo rival. Haciendo poco daño, y ahí es donde, al tenerla, nos endulzamos. Vamos ganando metros, pero a la vez descuidamos atrás. El ataque debe ser más directo, como en el gol de Ortegoza a Atlético Tucumán. Pase de Botta, centro de Benavídez y gol de Ortegoza... o de cualquiera que estuviera ahí.
La final con River
–Viene el partido con con River. ¿Qué lugar le asignás a esa final de Supercopa Internacional?
–Hay que ganar las finales. Se ganan, hay que ganar, no importa cómo venimos. Vamos, como lleguemos. Eh, lo que importa es la mentalidad con la que vamos a ir a jugarle, más allá de decir: “Sí, voy a ganarla”. Bueno, pero tenemos que tener esa preparación mental, que creo que nos falta ahí.
–Es convencerse y comprometerse.
–Un ajuste.
–¿Cambiará la vida ese título?
–No. Ayuda muchísimo. Todos queremos el título argentino, pero es una final. Hay que ganarla. Es un paso que podemos dar, que nos puede romper ese maleficio de que no ganamos. Así que dependemos de los caudillos del equipo y del técnico.
–Pero... ¿y la Libertadores que viene después en abril, fase grupo, el campeonato local?
–Hermoso, hermoso. Es jugar y disfrutar eso. Es el premio de lo que hemos hecho el año pasado, que hicimos bien las cosas.
–Pero...
–Es una final. Ni hablar. Hay que ganarla, hay que ganarla, hay que ir y ganarla. Hay que ir y ganarla, ¿eh? Y te vuelvo a decir. Los caudillos del equipo son los encargados de cómo vamos a jugar esa final. También se puede perder, evidentemente, pero tiene hasta el minuto 95 que dure o 100 minutos, que no se sepa quién gana. Te tengo que perder, que tengo que perderla. Yo creo que ese es el mensaje, es el camino. Hay que jugar hasta el final.
–En la previa al mano a mano de Vélez con Talleres de la definición del torneo anterior, Chilavert apareció en el Amalfitani antes del juego con Huracán, arengó a la gente y al equipo, que venía mal. ¿Influyó? ¿Por qué en nuestros clubes no pasa eso?
–Lo de Chilavert sí hizo un cambio, tuvo influencia directa. Pero fundamentalmente del alambre para la tribuna. Porque venían perdiendo... y una final de Copa Argentina. Ayudó muchísimo, sobre todo en la tolerancia de la gente. Los jugadores pueden haberse influenciado, pero fundamentalmente porque te define qué va a pasar ese día si la gente sale intolerante. O sea, yo creo que la palabra de Chilavert cambió todo. No estuve ahí, pero ya con escucharlo digo “qué inteligente fue”. Los chicos de Vélez lo necesitaban. Ese mensaje de “Chila”... esas cosas las necesitamos acá.