Una síntesis posible de la buena victoria 2-1 de Talleres sobre Huracán ayer en el estadio Diego Maradona de Argentinos Juniors, donde el Globo hizo de local, es que la “T” jugó el primer tiempo y aguantó el segundo.
El marcador tal vez se haya quedado corto luego de una etapa inicial en la que Federico Girotti hizo el primer gol y estuvo muy cerca de anotar dos más y Marcos Portillo marcó un golazo con un precioso derechazo bombeado desde fuera del área.
Y por las bandas, con las trepadas de Gastón Benavídez por la derecha y las corridas de Ramón Sosa por la izquierda, perforó la defensa de Huracán que había aprovechado un descuido del fondo “albiazul” y logrado el empate parcial a los 42 minutos por intermedio de Walter Mazzantti.
Y aunque el Globo se le vino encima en el complemento y ya no pudo mover la pelota con la soltura y la claridad con la que lo hizo en por lo menos 35 de los 45 minutos iniciales, porque hubo que soportar el empuje y los centros del equipo de Parque Patricios, Talleres tampoco fue sobrepasado como para afirmar que debieron haberle empatado.
De hecho, en los apuntes del cronista no constan llegadas claras a favor de Huracán. Pero es cierto que en buena parte del segundo tiempo, Talleres jugó más retrasado que en el primero y que incluso entre los 17 y los 35 minutos del período final, el entrenador Walter Ribonetto armó una línea de cinco para fortalecerse en el fondo.
El DT sacó a Marcos Portillo, quien que se había enredado en algunas discusiones en el medio, y puso a Juan Gabriel Rodríguez para que alguien alto rechazara los pelotazos de Huracán que caían como pedradas en el área cordobesa. El ensayo duró hasta que Ribonetto movió el banco por última vez y canjeó un paraguayo (Blas Riveros) por otro (Matías Galarza) para volver a la línea de cuatro y adelantar el equipo en la cancha.
El entrenador albiazul retocó bastante el renovado esquema inicial de 4-2-2-2 con Girotti y Nahuel Bustos compartiendo la doble punta de lanza y terminó con un 4-3-1-2 con Valentín Depietri por Rubén Botta y Tomás Molina como acompañante de Bustos en el ataque.
La “T”, renovada Con esta victoria, Talleres se lavó la mala cara que le había quedado luego de la derrota inicial del sábado pasado ante Gimnasia y dejó buenas sensaciones para el partido de este sábado a las 21.15 contra Rosario Central también en el estadio Mario Kempes.
Sobre todo en el primer tiempo, se vio un equipo dominante, convencido, seguro de sí mismo que hizo correr la pelota a lo largo y a lo ancho y encontró líneas de pase por casi todos lados.
Con Girotti tuvo el peso y la presencia en el área que no había tenido en el debut. El goleador cumplió jugando en la misma línea e incluso más arriba que Bustos.
Hizo algunas buenas conexiones con Botta, pero todavía pueden entenderse mejor. El enganche tiene que entrar mejor en el equipo y ponerse a tono en lo físico y lo futbolístico.
Pero ayer, de a ratos, trazó algunas pinceladas de lo que es capaz. Talleres aflojó en los 10 minutos finales del primer tiempo y en los primeros 35 del segundo. Al menos, perdió el control del juego y debió arrancar desde más atrás.
Pero después de aquella patinada contra Gimnasia, mostró bastantes pasajes de buen juego, tuvo profundidad y encima, supo sufrir cuando había que hacerlo.
El 2-1 final sobre Huracán en La Paternal ratificó convicciones y expulsó dudas. Fue una buena manera de seguir avanzando por el largo y complicado camino que lo espera. Ni más ni menos que eso.
