Mariana “Pomu” Sánchez, actual entrenadora de Belgrano, cumplió este domingo el sueño de coronar al club de sus amores campeón por primera vez en la máxima categoría del fútbol femenino de AFA.
Tras vencer a Racing, la líder del grupo y símbolo del Pirata compartió la emoción y la “locura” que genera este logro histórico.
El fruto de una apuesta seria
Para Sánchez, quien lleva casi 20 años ligada a Belgrano y participó en 25 títulos oficiales como jugadora, la victoria tiene un significado especial. “Es difícil transmitir las sensaciones que uno tiene en este momento, pero creo que Belgrano se merecía esto”, expresó la entrenadora.
Recordó que hace muchos años el club apuesta de manera real por el fútbol femenino. Subrayó que el crecimiento de la disciplina y de las mujeres en el deporte responde a un proyecto sostenido en el tiempo, cuyos resultados hoy son visibles.
Sánchez agradeció a la institución: “Estoy agradecida totalmente”. Para la “Pomu”, sin una estructura sólida detrás, este tipo de logros sería imposible.
Garra y trabajo diario
La entrenadora destacó la entrega de sus jugadoras y el trabajo constante de todo el equipo. Señaló que el plantel “la rompió”, jugando con garra, personalidad y buen nivel de fútbol.
Este resultado es producto del trabajo serio, de las horas que dedican cada día y del crecimiento de las jugadoras y de toda la estructura que las respalda.
También resaltó el esfuerzo colectivo del cuerpo técnico: mencionó a Mayra, “que lleva millones de años en el club y se rompió el lomo”, a “Rodri” (por Gaitán, su colaborador), que se sumó y se puso la camiseta, y al trabajo “tremendo” de sus preparadores físicos con las jugadoras, además de Sergio Vales y todo el personal detrás.
Recordó que, aunque estudió para ser DT mientras era jugadora, no tuvo mucho tiempo para pensarlo y debió animarse y jugársela.
El sentido de pertenencia que impulsa a Belgrano
Mariana Sánchez (36 años) es el ejemplo de una vida dedicada al club. Asumió el desafío con el objetivo de devolverle el sentido de pertenencia, una cultura social y deportiva que no se encuentra en todos lados.
Explicó que para trabajar en Belgrano se requiere identidad y compromiso. Su amor por el Pirata fue una herencia de sus tíos, quienes vivían en Alberdi y la llevaban al Gigante desde pequeña.
El vínculo es profundo e inquebrantable: “Es complicado explicarles a los demás lo que significa Belgrano en mi vida. Te subís a un tren y no te podés bajar. Te atrapa. A mí me cambió la vida… Doy todo por el club”.
Este título, pasando de ser campeona como jugadora a ser campeona como entrenadora, es el broche de oro para una historia de amor perfecta con la institución.

























