El tiempo no se mide en minutos cuando Córdoba late al ritmo de un gran clásico. Se mide en goles gritados, en camisetas colgadas en ventanas, en padres o madres que caminan de la mano de sus hijos camino al estadio. Este fin de semana, la ciudad vuelve a vestirse de gala. Vuelven a encontrarse los que nunca dejaron de mirarse de reojo: Talleres e Instituto. La “T” y la Gloria. El sur y el norte de la ciudad. Dos maneras de vivir el fútbol.
Hubo una vez, un 6 de abril de 1919, en el que se dieron la mano por primera vez. Fue un amistoso, dicen los papeles amarillentos de La Voz en su archivo. Pero no hay amistoso que no duela cuando los colores pesan. En Alta Córdoba, Instituto se animó a caminar por la vereda de los grandes. Enfrente, Talleres llegó con 10 y ganó igual. Ese día nació una rivalidad que no se escribe con tinta, sino con sudor, lágrimas y fiesta.
Dicen los que conocen a fondo la historia de nuestro fútbol que Instituto se volvió glorioso entre 1925 y 1928, cuando mandaba sin pedir permiso. Cuatro títulos al hilo, goles a mansalva y finales ganadas con baile ante la “T”, como aquel 4-1 de 1927. Allí se rompió la rutina y el clásico pasó a ser ritual. Porque, desde entonces, ese cruce no fue nunca más uno más.
Y hoy, 310 partidos después, Córdoba sigue debatiéndose entre barrios, entre banderas, entre canciones que no se callan ni en la derrota.
Han pasado los años y han cambiado los nombres, pero no la sed de revancha. Los hinchas aún se abrazan con los ojos cerrados, como si en ese instante volvieran a la infancia. Como si el resultado pudiese maquillar un mal año. Como si todo comenzara de nuevo.

Los números fríos
El historial entre Talleres e Instituto llegó a su partido 310 en agosto del año pasado. Toda una imponente cifra que denota la trascendencia de este choque en el concierto del fútbol de Córdoba y del interior del país.
Contando amistosos y partidos oficiales, “la Tetera” ha cantado victoria 150 veces y ha festejado 597 goles como quien grita verdades. Instituto, por su parte, respondió con 89 triunfos y 459 abrazos compartidos en la tribuna. Hubo también 71 empates, que son como silencios a mitad de camino entre la bronca y el alivio.
Bajo el sello de la AFA, jugaron 56 veces y ahí la cosa está pareja en serio. Talleres ganó 21, la Gloria 19 y 15 veces empataron, como si el destino no quisiera elegir.
Pero, más allá de los fríos números, lo cierto es que hoy ni uno ni otro llegan con el pecho inflado. Ambos vienen heridos en el marco de un 2025 que arrancó peor de lo pensando.
Tanto es así que ya ni Alexander Medina ni Pedro Troglio estarán en los bancos de suplentes. Y es por eso que este fin de semana en el Kempes buscarán algo más que tres puntos: buscarán un consuelo, un respiro, una excusa para volver a creer. Y si los planetas se alinean, irán también por el pase a los octavos de final del Apertura de la Liga Profesional.
Rachas por romper
Los hinchas de Talleres pueden “alardear” con que no pierden ante la Gloria desde el 14 de octubre de 2013. Casi 12 años sin sufrir derrotas ante uno de sus clásicos rivales de la ciudad.
Mientras que los de Instituto sacan pecho diciendo que nunca perdieron ante la “T” en el Kempes desde que el estadio lleva ese nombre (el Chateau Carreras cambió su denominación en diciembre de 2010). Incluso, en los últimos 16 años y medio “el Matador” sólo le pudo ganar un partido al Albirrojo. Fue por 3-0 en Alta Córdoba, en 2023.
“Nosotros mandamos en el historial”, chicanean desde barrio Jardín. “Si en los últimos años jugamos poco es porque ellos pasaron un buen tiempo en el Argentino”, retrucan desde Alta Córdoba.
Pero, más allá de las clásicas bromas, en este tipo de encuentros lo cierto es que ni uno ni otro llegan al clásico en condiciones de gastar a nadie. Porque los presentes de los dos están muy por debajo de lo esperado. Aunque ambos saben que este fin de semana la historia puede comenzar a revertirse.
Es que en este clásico no importa quién llega mejor o quién llega peor. No se juega sólo por los tres puntos: se juega por la memoria, por la esquina, para evitar la gastada en el colegio o el laburo, por el abuelo que gritó aquel gol en el ’27 o por el hijo que sueña con gritar uno ahora.
¿Podrá Instituto conseguir su primera victoria del año en calidad de visitante y meterse de manera heroica en los playoffs, tras casi 12 años sin victorias ante la “T”? ¿O podrá Talleres ganarle por primera vez en el Kempes a la Gloria para prolongar su paternidad y darle una alegría a su gente que viene golpeada?
Difícil saberlo a esta hora. Lo cierto es que el “finde”, cuando la ciudad vuelva a dividirse en colores, uno romperá la racha… Y, el otro, los diarios del lunes.