Cuando la pelota pasa por Gastón Lodico, Instituto se transforma. Todo se ordena. Todo fluye. Lo volvió a demostrar en Mendoza, en el empate 1 a 1 ante Godoy Cruz, donde fue otra vez la brújula de un equipo que depende de su claridad.
El ex Lanús no solo generó fútbol, también puso la pausa y la precisión que tanto necesita la Gloria. Y de sus pies, con un centro quirúrgico, nació el gol de Alex Luna.
No fue casualidad: Lodico se convirtió en uno de los jugadores con más asistencias en los últimos 15 años en el Albirrojo, según un relevamiento del periodista Mauricio Cóccolo. Una estadística que confirma lo que cualquiera que lo ve jugar puede advertir: si el Gato está bien, Instituto también.
Porque Lodico es mucho más que un asistidor. Es el termómetro del Instituto de Daniel Oldrá. Cuando él está en ritmo, lidera ataques, recupera pelotas, gana duelos y hasta se tira al piso para contagiar actitud.
Cuando el Gato aparece, aparecen todos. Y cuando se apaga, el equipo también lo siente. Así de simple y así de contundente.
El presente y la pertenencia
Desde que llegó en 2023, poco después del ascenso, Lodico se convirtió en una pieza indispensable. Ese año, la dirigencia encabezada por Juan Manuel Cavagliatto no dudó en ejecutar la opción de compra: Instituto adquirió el 50% de los derechos económicos y el 100% de los federativos, asegurándose su continuidad hasta diciembre de 2026.
Con más de 100 partidos en Alta Córdoba, el Gato ya no es solo un refuerzo: es un referente.

Su ascendencia dentro del plantel lo demuestra, como cuando semanas atrás, en un momento complicado, salió junto al capitán Fernando Alarcón y al arquero Manuel Roffo a dar la cara ante los hinchas.
“Estamos todos comprometidos con lo mismo”, aseguró entonces. Una frase que refleja el rol que asumió.

Un partido con doble valor
Este domingo, desde las 20.15, Instituto recibirá en el Monumental de Alta Córdoba a Lanús. Y para Lodico no será un partido más. Surgido en el Granate y con toda una familia ligada al club del Sur bonaerense, enfrentar a su primer amor futbolístico tendrá un sabor especial. Sin embargo, su presente lo encuentra como símbolo de la Gloria, y el hincha ya lo siente propio.
En ese ida y vuelta entre pertenencia y compromiso, Lodico se volvió un jugador de esos que marcan la identidad de un equipo. Lo aprovecharon Lucas Bovaglio, Diego Dabove, Pedro Troglio y ahora Oldrá. Todos lo pusieron y lo sostuvieron. Y no es casualidad: cuando Lodico juega bien, Instituto juega bien. Y esa es, tal vez, la mejor definición de su importancia.
El domingo, ante Lanús, tendrá la oportunidad de confirmar otra vez lo que ya es casi un axioma en Alta Córdoba: el fútbol de Instituto nace en los pies de Gastón Lodico.