El fútbol no olvida. Guarda en algún rincón los goles que duelen y las noches que derrochan lágrimas. En el frío invierno de 2001, Javier Klimowicz se fue de Instituto con la espina clavada de aquel gol que se le coló en la Promoción ante Argentinos Juniors en cancha de Ferro. Nunca volvió. Su carrera luego siguió de manera exitosa en el exterior y hasta a llegó a tener su chance en el arco de la selección ecuatoriana.
Hoy, más de dos décadas después, su hijo Luca se calza la misma camiseta para ir a buscar revancha. No sólo la suya tras varios partidos sin goles, sino también la de su viejo.
Porque este domingo, desde las 18, Instituto visita a Argentinos en La Paternal por un lugar en los cuartos de final de la Liga Profesional.
El equipo de Daniel Oldrá necesita ganar o al menos empatar y esperar ver qué pasa en los penales. Y para eso un golcito de Luca vendría como anillo al dedo.
El joven delantero, que salió antes de la práctica este martes en La Agustina por un problema estomacal, estaría a disposición: “Es un chico joven y seguramente todos los nervios que se vivieron el sábado en el clásico con Talleres le pasaron factura”, explicó el DT.
Y ahora en un partido de alto voltaje emocional, su apellido vuelve a cruzarse con los de La Paternal y con el pasado.
Apellido sagrado
La historia de los Klimowicz con Instituto es casi una saga familiar. Empezó a mediados de los ‘90 cuando Julián, padre de todos, decidió que sus hijos Diego, Javier y Nicolás se formaran en La Agustina. Diego fue ídolo y goleador. Javier, arquero titular del equipo de Gerardo Martino. Nicolás, también con paso por el club. Y luego fue el turno de Mateo, que ahora juega en México tras su paso por Alemania.
Hoy le toca a Luca, nacido en Córdoba en 2004, criado en Ecuador y enamorado de Erling Haaland. “Me costó decir mi apellido cuando empecé en Instituto, pensaba que podían creer que estaba acá solo por ser Klimowicz”, supo contarle a este diario Luca. “Pero después entendí cómo era la cosa”.
De momento el delantero solo marcó dos goles en Copa Argentina y todavía no puso festejar en la Liga Profesional, aunque tuvo varias chances.
Pero lo cierto es que ahora Instituto está a las puertas de una nueva página en su historia. Y este domingo, ante un rival contra el cual su padre se fue con dolor, Luca puede encontrar una importante redención. Porque en el fútbol, a veces, los ciclos se cierran y las deudas se saldan. A veces.