Matías Machado no fue una casualidad ni un rayo aislado en un año irregular. Fue, más bien, una certeza. En una temporada con vaivenes, el volante se transformó en el pulso constante de Racing de Nueva Italia, el jugador que sostuvo al equipo cuando el contexto pedía algo más que esfuerzo. Por eso su continuidad no es una buena noticia más: es una decisión estratégica.
Con apenas 24 años, Machado fue el más regular de la Academia. Jugó 30 partidos, convirtió ocho goles —máximo artillero del equipo— y repartió tres asistencias. Pero los números, que ya de por sí pesan, no alcanzan a explicar su influencia. Llegado desde Colegiales, donde había sido parte del ascenso a la Primera Nacional, se adaptó rápido al ritmo de Racing, entendió la idiosincrasia del club y se ganó el cariño del hincha con una mezcla de despliegue, personalidad y compromiso.
La renovación hasta fines de 2027 era primordial. Y Racing lo entendió. En los últimos días, la dirigencia hizo el esfuerzo económico y cerró el acuerdo para retener a una pieza clave, pese a los sondeos de equipos de Primera. Machado firmó por dos años más y será parte del plantel que buscará dar un salto de calidad en la temporada que viene.
Su continuidad se suma a la de Pablo Chavarría y a un mercado que empieza a tomar forma. Ya llegó el arquero Brian Olivera, una de las figuras de Estudiantes de Río Cuarto en su ascenso, y el presidente Manuel Pérez confirmó contactos con nombres pesados como Ramón Ábila, Luciano Lollo y Matías Suárez. “Queremos traer uno o dos como mínimo porque realmente queremos pelear el ascenso”, fue claro.
En ese contexto, que Machado siga es mucho más que retener a un buen jugador. Es sostener una base, una idea y una ilusión. Por lo pronto, Pablo Fornasari ya sabe que contará con él. Y en Nueva Italia, eso es motivo suficiente para volver a creer.
