Ocurrió en 1993 y la noticia no movió demasiado el avispero. La información se tomó con naturalidad, sin demasiado ruido y, en todo caso, la repercusión mayor estuvo dada por el retorno de Diego Maradona al seleccionado argentino después de superar la sanción derivada de su primer doping positivo. Aquel 13 de enero de 1993, Alfio Basile dio a conocer el listado de convocados de cara a un amistoso contra Brasil, celebrado en el marco de los festejos del centenario de la AFA, y del choque ante Dinamarca por la posesión de la Copa Artemio Franchi. Entre los convocados, además del “10”, había un jugador de Belgrano: el arquero Fabián Cancelarich, incorporado desde el año anterior al plantel Pirata. Claro, eran épocas en que la mayoría del plantel jugaba en el fútbol doméstico. Y Belgrano atravesaba un buen momento.
A 32 años de aquel hecho, que ocupó apenas un recuadro en este diario, la nueva designación de un futbolista celeste al seleccionado nacional representa hoy todo un acontecimiento. Mariano Emir Troilo, con apenas 51 partidos en Primera desde que Guillermo Farré lo hizo debutar ante Claypole el 3 de agosto de 2023, ha sido convocado por Lionel Scaloni para sumarse al equipo campeón del mundo. El defensor se convirtió, así, en el noveno jugador que el club le aporta a la selección directamente desde sus filas.
“Debut y buen partido. Se acomodó al juego y respondió haciendo la simple. Se quedó sin resto físico”, escribió Pablo Ocampo al día siguiente de aquel cotejo jugado en Junín, por Copa Argentina, calificándolo con un “6” en la victoria cordobesa 1-0 con gol de Daniel Barrea. Después, Troilo anduvo en el sube y baja, alternando la titularidad con rendimientos dispares. Y, con ese contexto, el 2025 no había otorgado buenas señales en su arranque: en las primeras dos fechas, el técnico Walter Erviti lo mandó al banco y recién se afianzó con la llegada de Ricardo Zielinski, quien le dio la continuidad.
Haciendo nombres
Ahora, Troilo pertenece a esa reducida elite de jugadores de Belgrano que pudieron prescindir de la vidriera de clubes porteños o europeos para ganarse un lugar en el equipo nacional. El último que lo consiguió, Cancelarich, lo hizo con una particularidad: había sido integrante del seleccionado subcampeón del mundo en el equipo de Carlos Bilardo, mientras actuaba en Ferro Carril Oeste. Ya instalado en Córdoba, fue al banco de suplentes por última vez el 18 de febrero de 1993, en el amistoso ante Brasil, relegado como tercer arquero, detrás de Sergio Goycochea y Luis Islas. Faltaban más de 10 años para que naciera Troilo (22 de junio de 2003), quien sería su sucesor como representante del club en la selección. Fue mucha el agua que pasó debajo del puente.
En su paso por Belgrano, Cancelarich fue citado, además, para los partidos ante Australia (18/6/1992), Uruguay (23/9/1992) y Polonia (26/11/1992). Antes de su arribo a Alberdi, había completado otros 12 partidos como relevo y nunca pudo ocupar el arco albiceleste.
El año anterior, conjuntamente con Cancelarich, también fue convocado el volante Roberto Monserrat, quien tampoco alcanzó a tener minutos en cancha, pero fue al banco de sustitutos en un par de partidos, antes de ser transferido a San Lorenzo de Almagro. Después, como jugador del Cuervo, “el Diablito” debutó con el seleccionado ante Alemania, en Miami, el 15 de diciembre de 1993 y disputó cuatro encuentros.
El primero, un audaz
El primer cordobés tenido en cuenta para integrar el “equipo de todos” fue José Ignacio Lascano, hace 108 años. Había sido uno de los fundadores de Belgrano y estaba distanciado del club, por lo cual se enroló en el Audax Córdoba, una entidad que por entonces terciaba con Belgrano y Talleres por el protagonismo de los torneos locales.
De fuerte personalidad, tanto dentro como fuera de la cancha, protagonizó numerosos enfrentamientos con los dirigentes celestes, lo que derivó en su salida del club de Alberdi en 1917.
El Audax Córdoba lo sedujo con un acuerdo económico en tiempos en que reinaba el denominado “profesionalismo marrón”. Con los audaces, su juego se potenció todavía más y pareció ensañarse con el Pirata, al que le marcó 10 goles en cinco encuentros.
Pero no fue eso lo más trascendente de su gran momento deportivo: en septiembre de 1917, después de que dos delegados del consejo superior de la Asociación Argentina de Football lo vieran actuar en Rosario con el combinado de la Liga, fue convocado a las prácticas de preparación de la selección argentina con vistas al Sudamericano de Uruguay, convirtiéndose en el primer futbolista cordobés que alcanzó dicho halago.
Sin embargo, a pesar de haber mostrado un buen nivel y de marcar un gol en un choque de combinados, no fue incluido en el equipo definitivo y debió archivar para siempre el deseo de vestir la camiseta celeste y blanca.
Dellavalle, el campeón
Miguel Dellavalle, centro medio de Belgrano, fue el primer en hacer efectivo el hecho de calzarse la camiseta en un partido de selección. Corría el año 1920 y su actuación se consideró “sobresaliente” por la prensa porteña. Algo de verdad tuvo, porque se mantuvo inamovible del equipo durante tres años, en los que además fue partícipe central de la obtención del primer título de las vitrinas de AFA: el Sudamericano de 1921, disputado en Buenos Aires.
En 1923 se sumaron otras dos convocatorias a compañeros suyos: el half (mediocampista) Arturo Lutri y el arquero Domingo Nieri, quienes rechazaron el llamado para jugar amistosos con Belgrano en Tucumán ante Atlético y All Boys. Nunca más fueron tenidos en cuenta.
Tres años más tarde, fue el turno de tres jugadores del Glorioso de Instituto: el defensor Pedro Ortiz, el centro medio Roberto Devoto y el atacante Bernardo Policarpo Fernández. Fueron a una gira por Brasil, pero como allí enfrentaron solamente a combinados regionales y no a la selección brasileña, no se los considera en las estadísticas oficiales como exintegrantes de selección.
Medio siglo después
Para que desde la AFA volviesen a mirar hacia Alberdi, tuvo que pasar medio siglo, hasta la llegada de César Menotti a la conducción técnica. Con “el Flaco”, el fútbol argentino entró en una etapa de integración y comenzó a mirarse seguido más allá de la General Paz. Así, cordobeses, mendocinos, tucumanos, salteños y santiagueños, entre otros, “descubrieron” que podían ser jugadores de la selección argentina.
El entrenador rosarino apeló a un recurso inédito hasta entonces: metió mano en las provincias, esa cantera inagotable de talentos largamente postergada y conformó un seleccionado del interior que representó al país en la Copa Cornelio Saavedra, disputada ante Bolivia, en junio de 1975.
Para esa primera experiencia, Talleres fue pieza clave con los aportes de cinco futbolistas, los primeros convocados directamente desde ese club a un seleccionado nacional. Luis Galván, junto a Miguel Oviedo, Luis Ludueña, Oscar Quiroga y Victorio Ocaño fueron hasta Cochabamba para vencer a Bolivia 2-1 con goles de Osvaldo Ardiles (Instituto) y Daniel Astegiano (Atlético Ledesma de Jujuy). Completaron ese equipo Antonio Alderete y Daniel Valencia (Gimnasia de Jujuy), René Alderete y Ricardo Villa (Atlético Tucumán), Pablo Cárdenas (Juventud Antoniana de Salta), Rubén Giordano (Racing Club) y un representante de Belgrano: Rafael José Eloy Pavón. El ensayo no cayó en saco roto: cinco de esos futbolistas “chacareros” se consagrarían campeones mundiales tres años más tarde.
Ese mismo año, otro marcador de punta belgranense, José María Suárez, fue incluido en el equipo argentino que disputó la Copa Ciudad de México en el Estadio Azteca. “El Colorado” tomó parte de los tres encuentros, ante Estados Unidos (6-0), Costa Rica (2-0) y el local (1-1).
En su carácter de campeón vigente, el seleccionado argentino encaró la temporada de 1979 con algunos nombres nuevos para la Copa América y Omar Beccérica fue designado en el plantel albiceleste para el certamen continental. “El Pollo”, marcador central, estuvo en el banco de suplentes en el último partido de la serie de grupos, ante Brasil (empate 2-2 en River), sin llegar a actuar.
En los gloriosos años ’70, la selección se convirtió en una sucursal de futbolistas cordobeses. Además de los ya mencionados, Talleres fue el principal proveedor de jugadores y también sumaron los suyos Instituto y Racing. Con una mirada actual, aquello parece un escenario de ciencia ficción porque la realidad de hoy es otra. Troilo a la selección es una novedad gigante, como el estadio de Belgrano.
Todos los jugadores de Belgrano convocados a la selección
