Cuando Belgrano anunció a sus refuerzos para esta temporada de Primera División, una de las jugadoras llamó la atención. Se trataba de la volante de 24 años Crisely Pavón, nacida en Estados Unidos.
Tras una temporada en San Luis, llegó para ser refuerzo del Pirata y rápido se ganó la titularidad. Debutó en la primera fecha con Talleres ingresando desde el banco y ahora es una de las convocadas a la selección argentina para los amistosos ante Canadá.
Pero cómo una jugadora nacida el 17 de enero de 2001 en Woodlands, Texas, llega a la Albiceleste. En una nota exclusiva con La Voz Deportes, Crisely relata su historia, en inglés, ya que aún no maneja de manera fluida el castellano.

“Vengo de una familia multicultural: mi madre es de Honduras, mi padre es de Córdoba capital, Argentina, y nací y crecí en Estados Unidos. Aunque crecí allá, Argentina siempre se ha sentido como mi hogar, especialmente por mi padre. Hablaba de Argentina con tanta pasión y amor, y, a través de él, siempre he sentido una profunda conexión con este país. Desde la comida hasta la gente y, por supuesto, el fútbol, he estado inmersa en las tradiciones y en la cultura argentinas desde muy pequeña. Siempre he sido fanática de Argentina”, cuenta la futbolista.
“Desde pequeña, veía a mi padre alentar a la selección nacional con tanta emoción, y esa pasión también se convirtió en parte de mí. Soñaba con usar esa camiseta icónica algún día, representando a Argentina y todo lo que significa. Esa conexión siempre ha alimentado mi deseo de venir acá, no sólo para jugar al fútbol, sino para comprender verdaderamente mis raíces y lo que me hace ser quien soy”, agregó Pavón.
Su relación con el fútbol viene desde muy pequeña, transmitida desde su padre, pero absorbida por ella en cada gambeta y en cada gol.
“Empecé a jugar al fútbol a los 3 o 4 años. Mis padres me inscribieron y, desde el primer momento, me enamoré del deporte. Mi padre siempre ha sido un gran aficionado al fútbol, y su amor por este deporte sin duda me influyó. Crecí viendo partidos a su lado, escuchándolo analizar los partidos y viendo de primera mano lo que Argentina significaba para él. Mientras tanto, mi madre siempre ha sido mi mayor apoyo, asegurándose de que tuviera todas las oportunidades para crecer en este deporte”, aseguró.

Cambio de vida
Hace casi dos años, Crisely tomó la decisión de probar suerte en nuestro país. Primero hizo el camino que suele hacer cualquier atleta estadounidense, el de ir a la universidad y dedicarse de lleno a su deporte.
Luego de terminada esa etapa, llegó el contacto con San Luis FC, que venía de ascender, y en 2024 cumplió uno de sus grandes deseos.
“Jugar en Argentina ha sido mi sueño desde que tengo memoria. Mi madre siempre insistió en la importancia de la educación. Así que, antes de convertirme en profesional, terminé mis estudios en Estados Unidos. Obtuve mi Licenciatura en Ciencias de la Salud en la Universidad del Sur de Texas y posteriormente mi maestría en Administración de Empresas (MBA) en la Universidad de Lamar, todo mientras jugaba fútbol americano en la división I de la NCAA. Incluso después de terminar mis estudios, el sueño de jugar en Argentina nunca me abandonó. Sabía que, si no daba el salto, siempre me preguntaría “¿y si...?”. Así que, cuando surgió la oportunidad de unirme al San Luis, la aproveché. Mi tiempo allí fue inolvidable; me ayudó a crecer no sólo como jugadora, sino también como persona”, confesó.

Tras una destacada temporada en el equipo puntano, llegó el llamado de Belgrano y no hubo dudas. Las raíces paternas se volvieron a hacer presentes y ahora el sueño podía ser completo: jugar frente a una parte de su familia. El Pirata, para Crisely, fue el destino ideal.
“Cuando finalizó mi contrato con San Luis, se me presentó la oportunidad de unirme a Belgrano y no pude dejarla pasar. Belgrano es un club que siempre he admirado, no sólo por la pasión y el corazón con el que juegan, sino también por la conexión personal que siento con él, sobre todo porque está en Córdoba, de donde son mi padre y mi familia. Desde el momento en que llegué, el club me hizo sentir como en casa. El equipo, el cuerpo técnico y la afición me recibieron con los brazos abiertos, y ese sentimiento de pertenencia ha sido increíble. Lo que más me gusta de Belgrano es la pasión: cada partido se siente como una batalla. La energía en el estadio es increíble, y la historia y la resiliencia del club son realmente inspiradoras”, comentó.
“Formar parte de este equipo es un honor, y jugar en Córdoba lo hace aún más especial. La ciudad en sí misma se siente como mi hogar en muchos sentidos, con su gente cálida, su rica cultura y la oportunidad de conectar con mis raíces a un nivel más profundo. Adaptarse a un nuevo equipo siempre conlleva desafíos, pero, en general, la transición ha sido una experiencia increíble”, agregó.
Chances de selección
Si bien su nivel viene en crecimiento y forma parte del puntero del fútbol argentino, ya que Belgrano hoy es líder, su convocatoria a la selección fue una sorpresa.
Argentina enfrentará a Canadá en la fecha Fifa de abril y Germán Portanova decidió incluirla entre las 20 convocadas. Para Crisely, jugar para la Abiceleste fue un deseo desde pequeña y ahora lo podrá concretar.
“Vestir la camiseta argentina ha sido mi sueño desde que tengo memoria. De niña, veía a mi papá animar a Argentina con tanta emoción, y ese amor también se convirtió en parte de mí. Tener ahora la oportunidad de representar a mi país y vestir esa camiseta es algo realmente especial. Es un honor, y no lo doy por sentado. Es una mezcla de emoción, orgullo y motivación para seguir trabajando duro y darlo todo cada vez que entro en la cancha”, cerró.