Andrés Fassi, presidente de Talleres, cambió para siempre su rol en el fútbol argentino. La conferencia de prensa del lunes –en cadena nacional, con resúmenes en noticieros de aire nacional e incontables streaming– fue la vía elegida que mostró un presidente que abandonó el protocolo al hablarle directamente a Claudio Tapia, tenedor del poder absoluto, al que no pudo llegarle por escrito para que convencerlo de que hay que cambiar una AFA rica con clubes pobres cuyo sistema de consenso es el temor de los clubes a cuatro o cinco árbitros serviles, entre los cuales está Andrés Merlos, el juez de Talleres y Boca.
“Mi continuidad en Talleres está al 100. Para continuar. Si veo que esto sigue perjudicando a Talleres y ya se lo he dicho a Tapia como ahora en público… Si Tapia me dice que el hecho de que yo me vaya de la presidencia hace que no perjudique más a Talleres, lo evaluaré y será una decisión a tomar. Si estoy en un fútbol con equidad y moralmente viable seguiré muchísimos años más por Talleres. ¿El gobierno? Me escribieron de ahora y de antes. Que esto se tiene que acabar. Ser responsable y verte vulnerado, sin tener elementos, te pone muy mal. Me doy cuenta de que no alcanza con lo que estoy haciendo”, fue “la” reflexión de esa conferencia en la que el propio club puso a disposición todo su arsenal mediático.
Andrés Fassi y Claudio Tapia
Fassi dividió su expresión. El titular albiazul hizo un monólogo de una hora, en el que se dirigió a Tapia en primera persona y miró a cámara cuando más reflexivo se puso. Luego, en poco más de media hora, contestó las preguntas de la prensa sobre las consecuencias deportivas y políticas de un enfrentamiento que trascendió la cancha al arbitraje de Merlos, la eliminación de Talleres y que pasó a la conducción de la AFA de Tapia y cómo debe cambiar, según la visión del presidente.
El advenimiento de las SAD que Talleres impulsa por su comisión, el interés que despierta en el presidente Javier Milei, contra el rechazo de la AFA de un Tapia a punto de ser reelecto, pone a Fassi en otro escenario.
Es un tema que pasó a ser de interés general porque el fútbol lo es. Fassi habita ahora, literalmente, otro terreno.
Querido o no (eso ya no importa tanto como lo viene), desde ahora se le abren dos caminos al presidente de Talleres.
Uno es seguir el camino político y presentar su propia visión del fútbol argentino para convertirlo en una de las mejores ligas del mundo. Para él ese camino era la Superliga de Macri, Angelici, con fair play financiero y autonomía en la organización de torneos e ingresos. Por más que le haya dicho a Tapia: “No voy a ser presidente”.
Por su naturaleza, Fassi no puede ser otra cosa que un ejecutivo. Es como también plantea su continuidad en el club después de 2025. Le llegaron avales de Milei y personales de Scioli y Macri, aunque desde adentro solamente Daniel Vila (Independiente Rivadavia de Mendoza) fue el único presidente que se solidarizó con él. ¿Verón (Estudiantes)? ¿Brito (River)? ¿Riquelme (Boca)? Nada. Ir a una elección es el camino que sigue.
El más extremo sería como impulsó Amadeo Nuccetelli, presidente histórico albiazul, que impulsó la creación de la Liga del Interior con los clubes más fuertes, pero con la llegada de la 1309, quedó en la nada.
El otro sendero es seguir dando batalla desde lo administrativo, pero más desde lo deportivo. Lo perjudicaron mucho como hasta ahora en Copa Argentina y en Liga 2023, pero también llegó a dos finales de Copa Argentina 2021 y 2022 sin que los jueces lo condicionaras. De la misma manera que en Liga 2021 protagonizó un mano a mano con River. El otro camino es irse de la presidencia si es que su presencia perjudica a Talleres y si no hay un fútbol con “equidad y moralmente viable”, como dijo.
Fassi y Talleres hoy no son indivisibles. Romper lanzas así es salir de un lugar para ira a otro. Es a todo o nada.
