La historia de Diego Ulises Ortegoza en Talleres arrancó en silencio. Nada que ver con esta actualidad que lo vio como héroe de la victoria ante River con un golazo que terminó una corrida bárbara de casi 60 metros. Eran tiempos complicados, posteriores al “Talleres no es Disney” de Juan Cruz Komar –definió así al club del que era su capitán para forzar su salida hacia Rosario Central–, al imprevisto del reemplazo de Alexander Medina por Ángel Guillermo Hoyos y a la descompensación que había sufrido el presidente Andrés Fassi, ocasionada en parte por las dificultades por formar el Talleres que había protagonizado todo en 2021 y que debía estar a la altura en 2022 en el ámbito nacional, federal e internacional.
En esos días de un caliente enero, Ortegoza se convirtió en el segundo de los 15 refuerzos que finalmente llegarían a ese Talleres que se estaba formando. Faltaba bastante para el “no caigo” con el que definió su gol en las múltiples entrevistas que dio tras consumarse la victoria del equipo ahora dirigido por Javier Gandolfi, por la 21ª fecha de la Liga Profesional.
En realidad, su historia en Talleres puede proyectarse tranquilamente en esa carrera de 60 metros que inició desde su campo y que terminó con un golazo que estaba a la altura del partidazo que había hecho el primer equipo albiazul. Desde las dificultades que tuvo para cerrarse su pase (estuvo varios días sin poder ser anunciado) hasta este presente feliz.
Desde que había llegado a Talleres, había contado con oportunidades para mostrarse y había tenido ese tipo de arranques, a toda velocidad y potencia, aunque sin el final esperado. Quizás por eso no había logrado afirmarse y su lugar no había pasado de un volante de recambio.
Sin embargo, este gol a River tiene la fuerza como para que sea un antes y un después en la historia que está escribiendo en Talleres. Gandolfi lo mandó a la cancha a poco de empezar a jugarse el complemento de un partido que tenía como figura a Ezequiel Centurión, el arquero “millonario”, quien parecía imbatible. Hasta los palos habían devuelto los tiros de Rodrigo Garro y de Favio Álvarez. El DT le había dado una nueva chance y consideraba que los rompimientos de Ortegoza podrían tener la resolución deseada.
No se equivocó “Cobija”: el volante le dio la victoria a su Talleres, el que tiene un 86% de efectividad para el segundo interinato que inició, y terminó siendo una previa bárbara para el choque con Independiente por cuartos de final de Copa Argentina, que se jugará el próximo miércoles a las 16, en Resistencia.
“Una locura. Todavía no puedo creerlo, no caigo. Es mi primer gol en Primera y contra un equipo tan grande como River. Veníamos trabajando para esto. La jugada me fue llevando al arco, vi que había espacios, trasladé la pelota y cuando llegué al área, no dudé”, agregó el volante. La jugada lo fue llevando al arco y a Talleres a un lugar más digno en la tabla anual, ya que ahora ocupa el puesto 20.
Del llanto a la felicidad
-No me quiero ir.
-Es que el pase no se hace por una diferencia.
El diálogo era entre Ortegoza y el presidente Andrés Fassi. El fichaje estaba cerca de cerrarse, pero había una diferencia que parecía insalvable. El nicoleño estaba hacía días en el CARD y no quería volverse. Ya había resuelto irse de Gimnasia y Esgrima de Mendoza para vivir en el Mundo Talleres. Se había plantado, directamente.
“Uli” estaba fascinado con todo y ante la posibilidad de tener que desandar el camino, rompió en llanto. Era capaz hasta de dormir en el predio albiazul. Finalmente, el presidente Andrés Fassi llegó a los 150 mil dólares que valía su pase, zanjó una diferencia de 50 mil de la moneda norteamericana y Ortegoza se convirtió en el segundo refuerzo albiazul.
Talleres pagó y apostó por el volante, pero tuvo rédito. “Costó, venía de errar algunos, pero este es el primero en Primera División. Se lo dedico a mi familia, a mi mujer, a mi hija y a toda la gente de San Nicolás”, comentó.
De grande
El nicoleño de 25 años no hizo inferiores sino hasta los 17 años, cuando llegó a Porvenir Talleres de Villa Constitución. Al club de barrio Jardín, llegó desde Gimnasia de Mendoza y había metido seis goles en 16 partidos disputados en la Primera Nacional.
El mediocampista tiene esa intensidad de la que tanto pedía Gandolfi, un término que vivió bastante en la boca de Alexander Medina. “Habíamos perdido intensidad y no se nos veníamos dando los resultados. Javier inculcó eso en el grupo y nos dio más intensidad y más sacrificio. Entrenamos como si fueran los partidos, entonces entramos como jugamos y de a poco se está viendo en el campo”, contó el propio Ortegoza sobre el diálogo que tiene “Cobija” con el plantel.
“Cuando entré, me pidieron que fuera ordenado. Cuando ellos tengan la pelota, que tenga movimiento; y cuando nosotros la tengamos, que me suelte, y así llegó el gol”, confesó sobre lo que le pidió el DT.
Está el segundo refuerzo de Talleres: llegó Diego Ulises Ortegoza
