La situación generada por la cobertura de los emblemas del estadio Monumental en preparación para la final de la Copa Libertadores es un tema que combina normativas protocolarias y sentimientos de identidad futbolística. Aunque algunos hinchas de River Plate manifestaron su disgusto al ver los logotipos y símbolos tradicionales del club tapados, esta acción responde a la política de “neutralidad” impuesta por la Conmebol, que regula estrictamente la imagen de los estadios sede de sus finales.
Desde 2019, la Conmebol adoptó el formato de finales a partido único en lugar de ida y vuelta, lo que implica que el estadio designado debe estar libre de cualquier asociación visual con un club en particular para garantizar la imparcialidad y el enfoque en el torneo. Por eso, además de cubrir los escudos y nombres del club dueño del recinto, también se colocan los colores y patrocinadores oficiales del certamen.
En este caso, el Monumental, el estadio más grande de Sudamérica, fue seleccionado para albergar la final entre Atlético Mineiro y Botafogo el 30 de noviembre de 2024. Como parte del acuerdo, la Conmebol asumió el control operativo del estadio desde diez días antes del evento, obligando incluso a reprogramar un partido de la Liga Profesional entre River y San Lorenzo. En contrapartida, River Plate recibirá una compensación de alrededor de 2 millones de dólares, además del prestigio de ser anfitrión de un evento tan significativo.
Es importante resaltar que, aunque este protocolo ha causado descontento en algunos sectores, forma parte de las reglas que buscan dar una proyección global y uniforme a los torneos organizados por la Conmebol, más allá de las identidades locales. Además, esta será la primera vez que la final de la Libertadores se disputará en Argentina, sumando un hito más a la rica historia del fútbol sudamericano y al prestigio del Monumental como sede icónica del deporte.