Con profunda tristeza, el mundo del fútbol cordobés y, en particular, la gran familia de Instituto despidieron este jueves a una de sus figuras más emblemáticas: Santos Turza.
Conocido cariñosamente como el eterno reclutador de las inferiores de la Gloria, Turza dedicó más de 50 años de su vida a la institución de Alta Córdoba.
Santos Turza no era un empleado más; era, según quienes lo conocían, la “historia viva en La Agustina”, el mítico predio donde se forjan los talentos del club.
Era un ícono de ese lugar, reconocido por su sabiduría y sus “ojos detectores de talentos”. Incluso en sus últimos tiempos, a pesar de los años, seguía trabajando activamente en el predio.
Su labor como gran captador de talentos fue fundamental para Instituto. A lo largo de las décadas, acercó al club a una impresionante lista de jugadores que luego triunfarían tanto a nivel nacional como internacional.
También fue entrenador y delegado en Liga Cordobesa de Fútbol. Siempre por Instituto.
Entre los nombres que pasaron por su mirada selectiva se encuentran figuras de la talla de Oscar Dertycia, Paulo Dybala y Silvio Romero, así como muchos otros. Recordaba siempre la llegada de Gonzalo Maroni a los seis años y la de Julián Illanes.
También solía destacar a jugadores como Javier Correa y Christian Bernardi.
La anécdota de cómo descubrió a Paulo Dybala es quizá una de las más reveladoras de su instinto. Turza contó que vio jugar a Dybala por solo diez minutos y le bastó para saber que debía firmar con Instituto.
Le pidió hablar con él y su padre, diciéndole al joven que no necesitaba demostrarle nada más en ese entrenamiento, solo quería que firmara. Recordaba con emoción y lágrimas el proceso para fichar a Paulo, contactando a su club de origen en Laguna Larga y las ligas correspondientes para asegurar su pase a la Gloria.



Pero Turza era más que un cazatalentos. Era un gran solucionador de problemas, ayudando a acelerar los trámites con la Liga Cordobesa para que los jóvenes observados pudieran jugar. Caminaba por el predio, lleno de historias, y era saludado tanto por los más chiquitos como por las chicas del fútbol femenino, a quienes, a pesar del ambiente tradicionalmente machista, les abrió las puertas para jugar en Instituto.
Su perspectiva sobre el club, forjada durante más de medio siglo, era única. Invitado al pódcast “Mundo Gloria”, expresó una frase que resonó: “Hoy el club es Disney”. Esta comparación, viniendo de alguien que conoció la institución en distintas épocas, sugiere una profunda apreciación por el estado actual del club.
Turza también era un custodio de la memoria gloriosa. Recordaba vívidamente el equipo de Primera División cuando llegó al club a los 21 años, nombrando jugadores legendarios como Ardiles, Saldaño, Kempes, Cherini y Ceballos. Con particular sentimiento, describió a “la Vieja” Beltrán como el mejor 10 que vio, un “distinto con todas las letras”.
Su visión se mantenía aguda, notando cómo la Liga Cordobesa perdía constantemente jugadores talentosos hacia otras categorías.
Lamentablemente, en el último tiempo, la salud de Santos Turza se vio afectada. Luchó durante un largo tiempo contra la diabetes, una enfermedad que, en su etapa final, complicó su movilidad.
La partida de Santos Turza deja un vacío inmenso en Instituto. Su incansable dedicación, su ojo clínico para descubrir futbolistas y su profundo a
mor por la camiseta albirroja lo convierten, sin duda, en una verdadera leyenda de la institución y del fútbol de Córdoba.
Su legado perdurará en cada joven talento que pase por La Agustina y en la memoria de todos los que aman a la Gloria.