El Mundial de Qatar 2022 sigue dando mucho de qué hablar. Si bien la pelota ya está rodando y las distintas selecciones ya completaron su primera actuación por la fase de grupos, hay distintos aspectos del país sede que continúan siendo foco de análisis.
En la previa al inicio de la Copa del Mundo, se suponía que los viajes entre sedes debían ser una cosa fácil. La nación anfitriona no tiene una extensa cantidad de territorio a diferencia de Sudáfrica, Brasil y Rusia (las últimas tres sedes), donde era necesario tomar largos vuelos para llegar de una ciudad a otra.
Qatar promovió su Mundial como un certamen sustentable en materia ambiental. Gran parte de esto se apoyaba en la nula necesidad de realizar viajes, debido a la proximidad de los ocho estadios donde se realiza la competencia.
Sin embargo, la realidad marcó algo diferente. Sucedió que decenas de miles de hinchas extranjeros optaron por volar entre Doha y Dubái (Emiratos Árabes Unidos), o sus cercanías, por diferentes razones que motivaron esta entrada y salida constante entre ambas ciudades.
Precios elevados en los hoteles de Qatar, falta de disponibilidad para hospedarse y hasta las restricciones para el consumo de alcohol son algunos de los motivantes por los que los fanáticos optan por moverse entre ambas naciones.
Esta decisión, a priori, pareciera suponer un gasto enorme. Aunque la realidad es distinta. De hecho, se volvió una alternativa popular entre los hinchas. Dubái es el destino principal y aerolíneas como FlyDubai, de bajas tarifas, operan con frecuencias hasta 10 veces superiores a las habituales.
Otra ciudad muy elegida es Abu Dhabi, otro gran urbe de los Emiratos Árabes Unidos, desde la que se organizan vuelos fletados que buscan aprovechar el auge turístico del Mundial. Entre cada vuelo transcurren apenas unos minutos de distancia.
La otra cara de esto es llamativa. Ya que los vuelos cortos (con distancias menores a 500 kilómetros) son más contaminantes que los largos por persona y kilómetros recorridos, considerando la cantidad de combustible empleado para el despegue y aterrizaje.
El principal motivo de esta particular situación, según los propios fanáticos, se debe a los elevados precios de hospedarse en Doha. Por ello, buscaron alternativas en los países cercanos o bien en villas destinadas para ellos y consistentes en tiendas de campaña o contenedores navieros.
Otra de las razones es el expendio de bebidas alcohólicas. Qatar mantiene normas estrictas respecto al consumo callejero de estas sustancias. De hecho, solo en hoteles y clubes nocturnos se pueden consumir estas bebidas. Realidad distinta, por ejemplo, en Abu Dhabi, la capital de Emiratos considerada también conservadora pero donde los turistas sí pueden comprar alcohol en las licorerías sin necesidad de una licencia.
