El hincha de Racing se fue masticando bronca ayer de su estadio Miguel Sancho en Nueva Italia. Caminaba cabizbajo mientras parecía tener la certeza de dos cosas: la primera era que nunca tuvo una chance tan accesible como para quedar como único líder de la Zona A del torneo de Primera Nacional. Y la segunda, que esa victoria que al final fue empate 1-1 ante Atlanta, se debió más a sus propios errores que a las virtudes de un adversario que hasta la igualdad, sólo había llegado una vez al arco de Joaquín Mattalia.
Como casi siempre sucede en su cancha, Racing salió dispuesto a ganar, a presionar a su rival, a tratar de no dejarle hacer su juego. Lo hizo a partir de la claridad de Germán Díaz para distribuir la pelota, del sacrificio de Machado y de Rostagno en el medio, y de las apariciones, sobre todo de Pablo Chavarría, sin que ninguna pudiera tener un final de festejo.
Atlanta, que llegaba invicto a Córdoba, empezó y terminó la etapa inicial de la misma forma: tratando de evitar la construcción de jugadas de los académicos, y penando a su vez por sus propias limitaciones para elaborar las suyas propias. Bien puede decirse que lo de Atlanta estuvo lejos de justificar su ubicación en la tabla.
Su número 10, Juan Bisanz, casi no tuvo contacto con el balón, y de igual manera con sus compañeros. Así, lo de Atlanta se circunscribía a luchar por la tenencia del balón, algo que al principio le costó, sobre todo en los minutos posteriores al gol de cabeza de Martín Albarracín, cuando Racing estuvo muy acerca de ampliar la mínima diferencia.
El tanto del defensor justificó la diferencia en el rendimiento de cada equipo y fue el paso previo a una escapada de Chavarría que lo encontró mano a mano con Francisco Rago. La gambeta del delantero fue interceptada por el arquero, quien no pudo impedir que el balón volviera a Chavarría. El ex-Belgrano disparó al gol y cuando le pelota iba a la red fue interceptada por Cain Fara. Tal lo que se veía en la cancha, el local tenía muchas más posibilidades de ampliar el marcador que la visita acceder al empate.
Pero de a poco, el juego se fue equilibrando. Los malos pases empezaron a ser propiedad de ambos rivales. Julián Vignolo desbordó un par de veces y lanzó centros incisivos que no encontraron destinatario. Racing pudo también aumentar con un cabezazo de Gonzalo Rostagno. Tras esa tendencia que parecía encaminar a Racing hacia otro grito de gol, llegó la sorpresa: una pelota sin mucho peligro encontró la salida apresurada de Mattalia que no supo rechazarla con los pies y sí con la parte superior del cuerpo, de tal forma que le quedó servida al recién ingresado Gedele, quien desde 30 metros se apuntó como autor del gol del empate.
Tras esa circunstancia, y al compás de los cambios, Racing fue desmejorando su imagen hasta hacer de sus ataques un acto de voluntad, pero sin ideas. Tras el final el lamento llegó casi en silencio. Ante un adversario que ofreció mucho menos de lo pensado, los de Nueva Italia perdieron una oportunidad inmejorable de quedar como únicos líderes, aunque se intuye que, a pesar de este inesperado empate, su protagonismo seguirá gobernando sus acciones.