Algo había en Jujuy y Calderón de la Barca. El destino le guiñó un ojo desde temprano a Manuel Avellaneda, cuando su amigo del barrio, Lucas, lo invitaba cada fin de semana la cancha de Instituto.
“Dale, vamos a ver a la Gloria, acompañame”, lo convencía.
Hoy, ese mismo niño de rulos está muy cerca de ser uno de esos jugadores que estaban vestidos de rojo y blanco que él iba a ver a la tribuna.
“El Rulo” Avellaneda tiene 19 años (nació el 4 de octubre de 2005) y se transformó en un jugador fundamental de la Reserva de Instituto. Uno de los referentes.
El lateral izquierdo llama la atención por su look y la cabellera enrulada, que obviamente se corresponde con su apodo y lo vuelve particular, lejos del corte común de los futbolistas de hoy en día.
“Manu” ya estuvo entrenando con el plantel profesional de la Gloria y hasta fue citado para un cotejo, donde se encontró con la camiseta con el apellido Avellaneda y el número “40” en la espalda.


“Son los momentos donde sentís que todo el sacrificio valió la pena”, le cuenta “el Rulo” a La Voz.
El jueves, Avellaneda y toda la Reserva de Instituto consiguieron clasificar a los octavos de final del Torneo Apertura del certamen Proyección.
Empataron 1-1 ante Talleres en La Boutique por la fecha 15 y festejaron de visitante en la cancha de la “T”, tras dejarlos afuera.
De todas maneras, el trabajo de la cantera de la Gloria está apuntado a otra cosa: a que muchos de estos chicos “lleguen”.
Instituto es un club modelo en este sentido. Da oportunidades a sus juveniles. Y Avellaneda, oriundo de barrio Escobar, lo sabe.
“Yo soy de barrio Escobar, cerca del Parque de las Naciones. Cuando era chico había una canchita frente a mi casa, un playón de fútbol. Daban clases de básquet y no me gustaba. Lo mío era con los pies, ja. Empecé a jugar al fútbol ahí con la gente del barrio. Y también en el colegio, el Peña, que queda acá en Villa Cabrera. Empecé a jugar en la Lifi varios torneos, como el de Canal 12. Después me llamaron para probarme a Belgrano, donde estuve tres años. De ahí me fui a Instituto y quedé fascinado. Desde 2019 estoy en la Gloria. Es lo mejor que pude hacer”, cuenta “Manu”, que recuerda a su amigo Lucas, fanático de la Gloria, como el motor de esta pasión albirroja.
“De chiquito tengo mi mejor amigo que es muy hincha de Instituto, Lucas Martínez. Con su papá me llevaban a la cancha. Me fueron mostrando esto que era Instituto. Y las vueltas de la vida me trajeron al club”, resalta.
Zurdo, se destaca por su capacidad para la marca y para saber cuándo pasar al ataque.
“En la Lifi jugaba más adelantado. Después empecé a jugar de carrilero por izquierda. He jugado al medio también. Y hace dos años que estoy jugando de lateral izquierdo. A Instituto fui a una prueba, donde me probaron de extremo al principio. Me dijeron que empiece a entrenar con el plantel de mi categoría y quedé. Arranqué bien desde abajo, en Liga Cordobesa siendo suplente. Después fui al banco de AFA y fui escalando hasta hoy”, cuenta.
Tras rendir muy bien en Reserva, fue citado por Daniel Oldrá para el partido ante Sarmiento de Junín, del Torneo Apertura.
Se había lesionado el lateral izquierdo Lucas Rodríguez, y “el Rulo” integró la convocatoria del primer equipo.
“La citación a Primera fue una alegría inmensa. Cada cosa que voy consiguiendo es un paso más al objetivo que uno propone. Siempre me sentí muy bien con el plantel profesional cuando me tocó entrenar con ellos. Yo ya había compartido con ‘Jere’ Lázaro, ‘Lauti’ Carrera, Luca Klimowicz. Ellos me integraron al grupo de Primera. Me hicieron sentir muy cómodo, parte… Cuando me convocaron y vi la camiseta con mi número, se te pasa todo por la cabeza. El fútbol es mi vida. Se te pasa todo el sacrificio que uno hizo. Espero con ansias junto a mi familia el día del debut. Es el gran sueño. Esto del fútbol no es fácil, con todo lo que conlleva. Siempre voy paso a paso, con humildad, con los pies sobre la tierra”, cuenta Avellaneda.
“El Rulo” tiene la banca de su papá ‘Maxi’, su mamá Cecilia y sus hermanos Felipe y Agustín, que juega de “4” en Huracán de barrio La France (“ese pega más que yo”, se ríe”).
“Siempre en el colegio me fue bien, fui hasta abanderado en la primaria. Porque si no había estudio, no había fútbol para mi familia. El secundario pude terminarlo, cambiando de colegio por el fútbol y los turnos, que fue todo un sacrificio. Ahora estoy cursando una licenciatura de comercio internacional. Es de manera virtual, para hacerlo por la tarde. Como para tener la cabeza también en otra cosa y también prepararme por cualquier cosa que pueda suceder”, reflexiona.
Ahora se viene Estudiantes, en octavos
Tras clasificar en el séptimo lugar de la Zona B, ahora en octavos Instituto tendrá que cruzarse con Estudiantes La Plata.
“Es un equipo duro, un rival bravo”, dice Avellaneda.
“No había arrancado de la forma que nosotros queríamos en este campeonato. A lo largo de estas 15 fechas, el grupo fue madurando y supo llevar adelante los partidos difíciles que nos tocaron. Nunca nos achicamos. Merecíamos la clasificación. Nuestro fuerte es el grupo que se armó. Es un grupo que no se encuentra en cualquier club. Somos hermanos como decimos en el vestuario”, señala “Manu” sobre el equipo que conduce el DT Bruno Martelotto.
“Instituto es el club que me recibió bárbaro desde que llegué, hice la mayor parte de mi vida acá. Tengo muchos amigos en el club. Mi vida se basa en Instituto. En Belgrano yo iba a entrenar todos los días, pero no la pasaba bien. Y le dije a mi viejo que no quería jugar más. Mi papá me dijo de probar en otro club. Pedí el pase y me fui a la Gloria. Fue una decisión acertada, con la ayuda de mi familia”, rememora “Manu” sobre su historia.
“Siempre le tengo fe a este equipo de la reserva de Instituto. Ningún rival es más que nosotros. Sabemos que es un equipo duro el que nos tocó en octavos. Pero quedó demostrado con lo que hizo Platense que en este tipo de formato puede pasar cualquier cosa. Yo le tengo mucha fe al equipo”, cerró “el Rulo”, Manuel Avellaneda, el “3” de Instituto que está donde quiere estar.
Y va por más.