La novela Pablo Vegetti con Belgrano sigue escribiéndose y el final es toda una incógnita por estas horas. El delantero pugna por sumarse a un equipo de Brasil y los dirigentes no quieren abrirle la puerta para que vaya a jugar. El diálogo no se ha cortado y por ello en las próximas horas se dará una charla en busca de encontrar una solución que satisfaga a todas las partes.
La trama indica que el América (MG) ha venido a la carga por el delantero del Pirata. Aquí los intereses de las partes se ponen sobre la mesa, el tire y afloje se ejerce a pleno por cada lado y es una cuestión que va desde lo económico, pasando por lo deportivo y lo político.
El atacante asegura que es una gran oportunidad en su carrera y la chance de jugar en el exterior. Con 34 años (en octubre cumple 35) el oriundo de Santa Fe sabe que este tren puede ser el último y por ello fue a la carga para encontrar una manera de salir desde el club de Alberdi y buscar un nuevo destino en el equipo de Belo Horizonte, capital del Estado de Minas Gerais.
Para los directivos es más complejo, porque ellos sostienen que no es el tiempo para su salida y que el contrato vigente recién pauta un factible alejamiento en diciembre de este año con la cláusula de rescindir que establece que debe pagar 400 mil dólares, de lo contrario sigue ligado a la B hasta diciembre de 2024.
Lo legal está claro, pero Pablo Vegetti está convencido que quiere marcharse detrás de una gran oportunidad en lo económico y en lo profesional, según le ha manifestado a su entorno y a los directivos del club.
La postura de los dirigentes parece firme y solamente haría que se mueva que el equipo brasileño hiciera una oferta más que importante, lo que por ahora parece poco probable.
En tanto, en las dos aristas restantes, la deportiva y la política, la solución es más compleja, porque de alejarse el capitán, con él se llevaría más del 60% del poderío ofensivo del equipo (13 de los 20 goles del torneo que hizo el equipo), además de ser el capitán es el referente y hasta “la cara” del club.
Y en lo político, no es menos sencillo que lo anterior, porque quien pagará el costo a futuro si su partida no puede ser suplida con la llegada de otro goleador.
