Talleres vive una transición. Lo único definitivo es que debe ganar para garantizarse la doble competencia de Liga Profesional y de Copa Libertadores, más allá de las fases regulares a las que les restan tres y cuatro juegos, respectivamente. Lo demás es partido a partido, como ya dijo el presidente albiazul Andrés Fassi.
Pablo Horacio Guiñazú heredó de Alexander Medina un equipo con menos recursos, con una identidad de juego perdida que influyó directamente en su competitividad y protagonismo, además de una motivación condicionada a la aparición de partidos de instancias eliminatorias o ante equipos grandes. Eso, toda vez que obtuvo la Supercopa Internacional contra River. Y también tuvo que acostumbrarse a una convivencia mucho más exigente con el presidente albiazul que la que tenía como director deportivo.
Fue participado en esa función y tuvo que discutir criterios sobre altas y bajas.
Ahora los debates son sobre el funcionamiento del equipo, técnica, táctica y estrategia; formación inicial y final. Y debe hacerlo con un Fassi que, además de presidente, es DT, preparador físico y tiene la visión de un... director deportivo de años
En lo inmediato, Guiñazú no pudo contar con los lesionados Matías Galarza y Matías Catalán. También se sumaron los desgarrados Juan Gabriel Rodríguez, Rubén Botta y los esguinzados Juan Carlos Portillo y Rick. Y tuvo que lidiar con un desequilibrio ofensivo (falta de efectividad y abastecimiento) y defensivo (le llegaban poco, pero le convertían) que le costó la salida al “Cacique”.
En la emergencia
Guiñazú condujo a Talleres hacia el 2-0 inicial con Gimnasia; luego, rumbo a un 0-2 con Libertad de Paraguay y el reciente 1-1 con River. Fue un equipo de posesión en el Kempes, uno desordenado en Paraguay y otro muy concentrado frente River. Fue un Talleres que controló bastante al rival y que disimuló muy bien sus limitaciones defensivas, además de medir muy bien donde golpear, sobre todo con el ingreso de Depietri. Pudo haber ganado, pero le empataron al final por obra y gracia de un “9″ que aprovechó algún desliz de una defensa que terminó formada por cuatro laterales.
No fue suficiente para ingresar a la zona de clasificación, pero sí para ponerse de pie. “No nos den por muertos”, avisó Guiñazú e hizo reaccionar a un grupo que fue golpeado por la salida de Medina y que también fue criticado por muchos hinchas que no perdonaron este inicio de campaña, más allá de la copa ganada.
“El Cholo” sabe que no será fácil reconstruir a la “T”, pero entendió que podía hacer un equipo que priorizara el control de la pelota para defenderse del rival y para generar los espacios para poder anotar. El gol de Depietri, la vuelta de Rick y de otros lesionados, serán refuerzos necesarios para un Guiñazú que cree en la evolución de la “T” más allá de su interinato.
“El Cholo” cree en un escenario en el que pueda ser DT definitivo de la “T” o fuera del club, pero ya no como director deportivo. Los resultados y Fassi tendrán la última palabra. Por ahora es un Talleres de transición.