Un partido de locos. Un viaje que transitó de la frustración a la euforia. Y de la euforia al desencanto. A esa sensación de injusticia que se siente cuando parecía que te levantabas para volver a ser y, de repente, una mano que sorprende y te vuelve a dejar en el piso.
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Talleres volvió a perder. Fue 3-2 ante Alianza Lima, en Perú, por la tercera fecha del Grupo D. Y fue la tercera caída en fila para los de barrio Jardín, que están en el fondo de la tabla y con una situación muy compleja en su aspiración de seguir en la competencia internacional.
El Matador sufrió el primer tiempo. Tuvo la pelota, pero no tuvo ni profundidad ni punch. Y lo que también tuvo fue endeblez defensiva. A Talleres no lo respetan. Van y lo buscan. Saben por dónde entrarle. Los pelotazos cruzados a las espaldas de la defensa fueron la puerta de ingreso de los goles de Alianza Lima.
En el primero, Paolo Guerrero le metió todo su oficio al pibe Fernández y superó a Herrera para el 1-0. Mientras la “T” carecía de ideas (apenas algunos intentos de Depietri por izquierda), el local lucía más cerca del segundo. Y llegó en el complemento. Tras un córner, Guerrero ganó en el área chica. 2-0. Parecía sentenciado.
Pero Talleres tuvo un rapto de rebeldía que a este equipo siempre parece faltarle. Ortegoza ganó un penal para la visita y Girotti metió su estampa goleadora. Con la falta que hace. Anotó el empate desde los 12 pasos y lo igualó con un cabezazo por el segundo palo. En cinco minutos, Talleres cambiaba la historia.
Alianza Lima se quedaba con uno menos por la expulsión de Zambrano y parecía la plataforma de despegue para un nuevo yo en la “T”. Pero falló en el final. No lo supo frenar a Hernán Barcos, que entró para eso.
Para tener una y aprovecharla. Especialidad de la casa. El bellvillense ganó por atrás. El centro pasado no pudo ser alcanzado por Augusto Schott y el disparo del delantero no pudo ser evitado. 3-2 y locura total en Perú. Por Barcos, Talleres sigue a la deriva.
Alianza metió una victoria clave. Le sacó cuatro puntos a Talleres y quiere dar caza a Libertad y a Sao Paulo. Mientras, el tiempo juega en contra de la “T”. Los resultados siguen sin aparecer y el triunfo es un bien escaso que hoy no tiene precio para Talleres. A pensar en Platense.
A buscar ganar. Y a aferrarse a la ilusión de que la Copa Libertadores le dé una nueva oportunidad. Aunque en barrio Jardín tienen claro que ya no hay margen de error.