Talleres jugó anoche en Parque Patricios uno de esos partidos en los que todo lo que podía salir mal, salió peor. Barracas Central le hizo dos goles al principio de cada tiempo por equivocaciones propias y después, no tuvo argumentos de ningún tipo, futbolísticos ni temperamentales, como para repechar la cuesta.
La “T” produjo quizá su peor partido en la Copa de la Liga, perdió 2 a 1, sufrió su segunda derrota en seis fechas y ofreció una pobre imagen de cara al superclásico con Belgrano del próximo fin de semana. Para rescatar no hubo casi nada.
Ni siquiera el arresto temperamental que le permitió levantar el resultado desfavorable ante Argentinos. Sólo se salvó el golazo de Gastón Benavídez. Antes y después, la noche en el estadio de Huracán fue una larga cadena de errores.
Talleres demoró poco más de media hora en tomarle la mano al partido. Ese lapso fue del inesperado golazo de Marco Iacobellis en la primera jugada de la noche al otro golazo de Gastón Benavídez que a los 32 minutos, bajó con el pecho un rechazo corto de cabeza de Rodrigo Insúa y fulminó al arquero Moyano con un derechazo desde afuera del área.
La acción de “Chaco” era para encender a Talleres, pero no hubo forma. Ese 1 a 1 parcial no tuvo el efecto táctico esperado como en los partidos ante Rosario Central, Argentinos o un poco más lejos, el inicio del segundo tiempo jugado ante Instituto cuando perdía 0-1 y pasó a ganar por 2-1 en una ráfaga.
Muy flojo
En esa media hora, la “T” no hizo pie casi en ningún sector. Sin peso en la media cancha para cortar el manejo lento y prolijo de los volantes del Guapo, con Rubén Botta desconectado de los delanteros y sin poder asumir la conducción del equipo y con los atacantes sin ganar un solo duelo personal, el albiazul defraudó en todas las líneas. Recién después del golazo de Benavídez pudo meterse en el juego y empezar a controlar el juego. Y a parecerse al equipo que es y que puede ser.
Sin mucha llegada, pero al menos, terminó jugando más cerca del arco de Sebastián Moyano. Con repuntes visibles del colombiano Portilla en el medio y con Gustavo Bou y el paraguayo Sosa ganando donde antes perdían.
Pero el propio Talleres echó a perder esa levantada. Y otra vez en el comienzo de la segunda etapa. A los 5 minutos, Alexis Domínguez ganó una pelota contra la línea de fondo, aprovechó la marca blanda de dos jugadores y lanzó un centro al segundo palo que “Maxi” Zalazar convirtió con la ayuda inestimable de la lenta reacción de Guido Herrera.
Puesto a remar otra vez desde atrás para volver a empatar el partido, Talleres fue una decepción en continuado.
Nada dio resultado
El técnico Walter Ribonetto movió el banco y armó una doble punta de lanza con Nahuel Bustos y Federico Girotti por Martínez y Bou. Les tiraron un montón de centros. Y no pudieron ganar ninguno. Barracas le permitió tener la pelota a la “T”. Pero sólo de la mitad de la cancha a tres cuartos. Después, le escalonó la espera, mientras los cordobeses se cocinaban en su propia impotencia.
Se prestaron la pelota. Y ni siquiera Botta estuvo inspirado como para rescatar al equipo de la derrota. Perdió bien Talleres porque hizo todo mal.
Con el clásico a la vista, deberá hacer mucha autocrítica para poder cambiar la pobre imagen que dejó en Parque Patricios al cabo de 90 minutos insalvables.