Es como ver a la Arturo Orgaz, corazón celeste, cruzada por dos arcos y una pelota viva rebotando en el pavimento, dispuesta a tocar algún auto en la avenida Colón o a golpear el césped que anticipa la mojadura en las aguas del Suquía. O que suceda lo mismo en la Ricchieri, corazón albiazul, eludiendo autos, zigzagueando motos, camino al hipódromo o buscando el verde fresco y brilloso del parque Sarmiento.
El próximo domingo, el fútbol de esta provincia se vestirá de gala, usará galera y bastón, se teñirá de pasión para darle contexto a su partido más representativo: el que moviliza a los más distraídos, el que recrea la imaginación por aquellos potreros perdidos, por esos espacios únicos que ya no volverán.
Jugarán Talleres-Belgrano, Belgrano-Talleres. Clásico mediterráneo, pero hacedor de olas; movilizador consciente de su envergadura; contundente estímulo para la pasión y generador obvio de bromas. Será a las 16.45 en el estadio Mario Kempes, y aunque uno y otro por estas horas afrontan compromisos previos, nadie que mínimamente se sienta comprometido puede no estar alerta ante el rápido paso de los minutos.
Talleres recibió este sábado a Sarmiento y Belgrano visitará a Barracas. Los celestes encararán este encuentro sabiendo que una victoria —y posiblemente un empate— los mostrará entre los ocho primeros de la Zona A cuando empiece el clásico. Los albiazules ganaron y se acercan en la tabla al equipo de Junín, ubicado en el octavo lugar de la Zona B, cuando se ha jugado parcialmente la 10ª fecha.
La coyuntura muestra mejor posicionados a los de barrio Alberdi. Los dos triunfos consecutivos ante Newell’s Old Boys han mejorado su ánimo, abriendo mejores expectativas en el torneo Clausura y posicionándolos como uno de los semifinalistas en la Copa Argentina. Talleres, en cambio, ha visto opacado su horizonte por una realidad de la que recién en los dos últimos encuentros ha querido escapar, respaldándose en un evidente cambio de actitud en el campo de juego, aunque sin obtener por el momento los mejores resultados.
Estas circunstancias potenciarán aún más a ambos equipos si los resultados de la 10ª fecha son positivos y dejan ver una realidad que casi nunca se observó desde que Belgrano regresó a Primera División: en esta oportunidad, Talleres llega más golpeado por un rendimiento menor al que ha experimentado su futuro adversario en los últimos encuentros.
Un elemento no menor es la respuesta de los de barrio Jardín ante su gente, lo que marca una relativa importancia en la presencia exclusiva de su público en su estadio habitual. Al respecto, los datos son elocuentes: en el presente torneo aún no habían ganado de local. Hasta este sábado a la noche habían jugado cuatro veces, con dos derrotas (ante San Lorenzo y Deportivo Riestra) y dos empates (frente a Godoy Cruz y San Martín de San Juan).
La igualdad en el resultado y la disposición extrema de los jugadores ante Rosario Central avalan el optimismo de sus hinchas en una imprescindible recuperación. Sin un líder, el equipo se apoya en el esfuerzo y en la capacidad de todos para afrontar los desafíos. Belgrano, por su parte, encuentra en Lucas Zelarayán al hombre que, a través de sus dotes y su gestión, facilita el rendimiento de los demás, provocando una superación general que, se insiste, lo mostrará con menos urgencias que su histórico rival.
El trance, como todo clásico, se dejará ver por su misma esencia: la que no admite remilgos, pero sí la caballerosidad que diferencia un partido de alto nivel competitivo de la búsqueda de un buen resultado a cualquier precio.