El partido entre Fluminense y Lanús, correspondiente a la vuelta de los cuartos de final de la Copa Sudamericana, estuvo marcado por serios incidentes en la tribuna visitante del Estadio Maracaná. La policía brasileña reprimió a los hinchas del Granate, lo que obligó a demorar el inicio del segundo tiempo.
Durante el entretiempo, cuando el equipo local ya ganaba 1-0 para igualar la serie, se desataron escenas de violencia en el sector visitante. Los golpes y corridas generaron un clima de tensión que obligó a extender el descanso a 36 minutos.
Los propios futbolistas de Lanús se acercaron a la tribuna para verificar la situación de sus familiares, mientras que el árbitro venezolano Jesús Valenzuela dialogaba con los capitanes de ambos equipos para decidir cómo continuar. Finalmente, tras la intervención del jefe de seguridad de Lanús y de CONMEBOL, el encuentro se reanudó.
En conferencia de prensa, el entrenador Mauricio Pellegrino explicó la preocupación que invadió al plantel durante los incidentes:
“Primero fue un poco de desconcierto, miedo, porque los chicos tenían familiares en medio de la hinchada. Estaban todos muy preocupados por eso. Cuando hay acciones violentas que el jugador no puede controlar… somos seres emocionales, no podemos jugar tranquilos cuando sabemos que nuestra familia está sufriendo en algún aspecto. Queríamos tener certeza de que nuestra gente esté bien, eso nos hizo demorar. Cuando mandamos al jefe de seguridad nuestro y al jefe de CONMEBOL, nos tranquilizaron y se siguió jugando. No quería que los chicos se descentraran del partido y creo que entramos bien”.
La clasificación de Lanús quedó así marcada por un episodio de violencia que empañó el espectáculo deportivo y volvió a poner en el centro de la escena el accionar de las fuerzas de seguridad en los estadios sudamericanos.