La temporada 2024 es una de las más atrapantes de la historia de la Fórmula 1. Para los argentinos, en particular, por la llegada de Franco Colapinto para completar la campaña corriendo para Williams. Para el planeta F1, en general, por la enorme cantidad de cambios significativos de cara al futuro cercano: Lewis Hamilton a Ferrari, Carlos Sainz a Williams, Nico Hulkenberg a Sauber (Audi), Esteban Ocon a Haas, más los jóvenes que se sumarán (Andrea Kimi Antonelli a Mercedes, Jack Doohan a Alpine y Oliver Bearman a Haas). Pero también fuera de la pista, pero en roles clave, también hay movimientos. Y el más esperado se terminó de confirmar este martes: el gran Adrian Newey se suma a Aston Martin.
Este ingeniero británico, de 65 años, dejó Red Bull después de 19 años en los que diseñó los autos que transformaron al equipo de la bebida energética en mucho más que una acción de marketing. Fue el encargado de darles vida a los autos que fueron campeones con Sebastian Vettel (cuatro títulos) y la actual hegemonía de Verstappen (vigente tricampeón mundial).
Su notable desempeño es reconocido por todos en la Máxima y hasta hace poco resultaba definitivamente imposible pensar en Newey fuera de Red Bull. Pero la cuestión cambió. La batalla interna que desde hace tiempo se da en el equipo austríaco entre Christian Horner (jefe de equipo) y Helmut Marko (asesor externo, pero con un fuerte peso dentro de la estructura y con el respaldo de Max Verstappen) generó mucho ruido puertas adentro.
Para Newey esto representó dejar de trabajar con la tranquilidad que le gusta tener. Además, no sintió el reconocimiento que considera debería haber tenido. Logró una salida anticipada de su contrato con la escudería austríaca y podrá trabajar en su nuevo equipo a partir de marzo de 2025. El detalle no es menor, ya que será el encargado de desarrollar el auto de Aston Martin para 2026, año en el que entrará en vigencia el nuevo reglamento de la Fórmula 1.
Por qué Adrian Newey eligió Aston Martin
Este ingeniero aeronáutico se recibió con honores en la Universidad de Southampton. Comenzó trabajando en Estados Unidos y su diseño para March ganó dos campeonatos y dos veces las 500 Millas de Indianápolis (1985 y 1986). Llegó a la Fórmula 1 y, tras su primera experiencia también con March, pasó con gran éxito por Williams y por McLaren. Luego, Red Bull.
Es decir, por donde estuvo, logró los éxitos esperados. Hay un detalle muy interesante de Adrian Newey, un trabajador incansable y muy detallista. Siempre se lo vio mirando los autos rivales y tomando notas en una pequeña libretita. Y mantiene un estilo muy de la “vieja escuela” (no es que no utiliza la tecnología, pero todas sus ideas y desarrollos parten de tomar nota con papel y lapicera, al igual que sus dibujos iniciales). Es todo un orfebre. Pero su mayor virtud es sacar el máximo provecho de quienes lo acompañan.
Conocida la noticia que no seguiría en Red Bull, varios equipos se interesaron en sus servicios. Pero los dos que fueron a fondo fueron Aston Martin y Ferrari. Los italianos, que consiguieron a Lewis Hamilton, tentaron a Newey. El combo era realmente interesante: terminar de darle forma a toda la reestructuración que lleva adelante Fred Vasseur y volver a llevar a la gloria al equipo más famoso del mundo.
Pero Aston Martin le ofreció mejores condiciones. Un contrato por cinco temporadas, a cambio de 30 millones de libras esterlinas por cada año (unos 35 millones de euros por campaña, por lo que ganará más que la inmensa mayoría de los pilotos), más un paquete accionario de la escudería. Otro detalle no menor es que Newey seguiría trabajando en su país, sin la necesidad de tener que mudarse (cosa que hubiera ocurrido en caso de elegir Ferrari).
Además, en Aston Martin hay muchísimo dinero. Su propietario, el canadiense Lawrence Stroll, está invirtiendo todo para hacer de su escudería la mejor. Es su gran anhelo y la llegada de Newey potencia sus aspiraciones. Es que parece haber creado el entorno necesario, no sólo desde lo económico, sino también desde lo técnico y los recursos humanos (llegaron muchos ingenieros muy importantes, como Dan Fallows –también viene de Red Bull– y Enrico Cardile –de Ferrari–).
El equipo ya se terminó de instalar en su nueva sede en Silverstone y está terminando de desarrollar su túnel de viento, el más moderno del mundo. Para la fecha en la que Newey ya podrá trabajar, estará listo. Los planetas se están alineando.
La gran presión para Newey y Aston Martin
Se dice que el gran mérito de Adrian Newey es saber exprimir al máximo las posibilidades que brindan los reglamentos técnicos de la Fórmula 1. Su capacidad se ve en saber coordinar a los equipos que tiene a cargo. Su mirada global de cada proyecto le permite ver el impacto de cada detalle del auto y sobre eso trabaja con sus dirigidos.
Confía en que la experiencia de Fernando Alonso será vital para el desarrollo del nuevo auto, pensando en 2026. Toda la energía de Newey estará puesta ahí. Y es la última gran apuesta de su gigantesca carrera como diseñador de la Máxima. Va por un retiro con toda la gloria para sumar más laureles a los 12 títulos de pilotos y 13 de constructores que ya tiene en su foja de servicios.
Claro que también tiene claro que todos los ojos estarán puestos sobre él. Cuenta con todos los recursos y no tiene mucho margen para la excusa. Los socios de Aston Martin (Honda, que motorizará a Aston Martin a partir de 2026 y que ya conocen a Newey cuando compartieron una exitosa combinación en Red Bull, y Aramco, la petrolera árabe que invierte un montón) están felices. Pero también esperan resultados. Es lo que prometió Lawrence Stroll.
Hay muchísima presión. Pero la gran ganadora en todo esto es la Fórmula 1 por toda la atención y la expectativa que se está creando. Qué pasará con Red Bull, ya sin Newey. Si Ferrari y McLaren seguirán creciendo. Si Mercedes cumplirá con lo que se espera con su tremendo motor. Si Williams estará en condiciones de volver a meterse. Qué traerá Audi. Pero, sobre todo, qué dará Aston Martin. Si una historia babilónica o un fracaso estrepitoso.
