Si hablamos de equipos con billetera “gorda”, Aston Martin es un gran ejemplo de ello. El millonario dueño de la escudería, Lawrence Stroll, viene invirtiendo fuertemente en la estructura con un solo objetivo: ser campeón del mundo.
En 2023, su equipo dio un gran salto de calidad, con la llegada del español Fernando Alonso, quien cumplió una gran tarea. Aston Martin terminó quinto entre los Constructores y se metió en la conversación con los cuatro grandes (Red Bull, Mercedes, Ferrari y McLaren). Si Lance Stroll (el hijo del dueño y el otro piloto del equipo) hubiera rendido mejor, podría haber quedado mejor en esta tabla.
Pero en 2024, si bien terminaron quintos otra vez, lo hicieron con apenas 94 puntos, en relación con los 280 del año anterior. Claro que en la temporada pasada dieron el gran golpe, ya que contrataron a Adrian Newey, el padre de la criatura que puso en primer plano a los autos de Red Bull (escudería de la que se fue en 2024, y no en los mejores términos). Además, el británico fue el diseñador de autos campeones en Williams y en McLaren.

A sus 66 años, este ingeniero va por un nuevo desafío: volver ganador a un equipo con mucho dinero y muy pocos resultados. Claro que el diseñador más cotizado del mundo (cobra € 24 millones por temporada, y sólo Max Vertappen, Lewis Hamilton y Charles Leclerc perciben más dinero que Newey este año) tiene por delante un desafío muy grande. Y poco tiempo.
Las presiones se sienten en Aston Martin. Lawrence Stroll necesita demostrarles a quienes apuestan comercialmente por su equipo que está en condiciones de pelear arriba. En 2026, Aston Martin comenzará a utilizar los impulsores Honda. Para Newey es una buena noticia, ya que con esos motores logró varios títulos con Red Bull. Pero ¿habrá tiempo para una lógica adaptación?
El túnel de viento, el nuevo chiche de Aston Martin

Aston Martin dio un paso estratégico en su anhelo de pelear por las coronas, no sólo con la contratación de Adrian Newey. Tiene una impresionante nueva sede en Silverstone y también diseñó el túnel de viento más moderno del mundo, que ya fue aprobado por la FIA.
Este avanzado túnel de viento promete ser una herramienta clave para el desarrollo de su monoplaza, que tomará forma sobre la base de la reglamentación que entrará en vigor a partir de 2026.
A eso se suma la incorporación de personal de alto nivel. Además de Newey, llegaron nombres como los de Andy Cowell (ex-Mercedes) y Enrico Cardile (ex-Ferrari). Ahora, el nuevo túnel de viento parece cerrar el círculo para este ambicioso proyecto de Aston Martin.
Las instalaciones, ubicadas en un edificio de 60.580 metros cúbicos, incluyen máquinas de fabricación aditiva y un área dedicada a la construcción de modelos a escala, lo que permitirá un desarrollo más eficiente de los modelos de F1.
Según Cowell, jefe de equipo y CEO de Aston Martin, “las nuevas instalaciones ofrecen tecnología avanzada que permite a nuestros aerodinamicistas observar con mayor precisión la compleja física del flujo de aire sobre un monoplaza de F1”.
Esta inversión estratégica tiene un componente clave en la visión a largo plazo de Aston Martin: optimizar los tiempos de desarrollo y avanzar en la lucha por la gloria en la Fórmula 1.
Adrian Newey ya está operativo en Aston Martin en este mes de marzo, tras cumplir con el plazo denominado “gardening” (un plazo de espera entre el final del contrato con un equipo y el inicio de otro con otra escudería). Pero toda su atención está puesta en el desarrollo del auto para 2026, con la nueva reglamentación. Es decir, en principio, Newey no tiene ningún tipo de incidencia en el auto de 2025. Salvo que las urgencias por malos resultados así lo obliguen.
Una de las virtudes de este ingeniero especialista en aerodinamia es sacar el máximo provecho de las condiciones técnicas que permita la reglamentación. Más allá de todos los recursos tecnológicos que permiten los avances en la materia, Newey trabaja mucho a mano, con sus dibujos en cuadernos o en tableros. Pero, sin dudas, el túnel de viento de Aston Martin cumplirá un rol fundamental para corroborar que todo lo que imagina Adrian Newey será útil en pista.
Lawrence Stroll así lo espera. La construcción del túnel de viento de Aston Martin y el simulador forman parte de un proyecto que costó alrededor de € 230 millones.