Causaron bastante impacto las declaraciones de Flavio Briatore el sábado previo al GP de Canadá sobre Franco Colapinto y su demorada adaptación al Alpine. Sus expresiones, a partir de una consulta de La Voz, recorrieron el país y el mundo, y dejaron algunas conclusiones importantes.
La primera: sorprende que el mánager del equipo culpe a la prensa argentina de algo que él mismo cuestionó sobre Franco en Imola, tras su accidente.
Segundo: Briatore, en Mónaco, sentenció públicamente que su piloto debía manejar, sumar puntos y devolver el auto sano. ¿Eso no es presión?
Tercero: jamás confirmó si el piloto de Pilar continuaría luego de Austria porque, tras Barcelona, “estaba desilusionado”.

Pero, más allá de todo esto, sí compartimos con él la idea y la reflexión de que en las redes hay muchos “idiotas”, como acertadamente apuntó. Con eso, quiso quitarles trascendencia a los rumores o las versiones que luego despejó y menospreció culpando a los habitantes de este país y a sus cronistas como los responsables.
El exmentor de Fernando Alonso, como él mismo se autodefine, estaba molesto esa tarde atendiendo a la prensa argentina. Solo la representaban este diario, una radio y dos cadenas de TV.
Briatore esperaba más de Pierre Gasly en aquella qualy, quien por una bandera roja en los últimos minutos de la tanda de clasificación no pudo buscar su mejor tiempo. Quedó último.
En Alpine, apostaban que el piloto francés estaba para entrar entre los seis de arriba y todas las expectativas giraban en torno al galo. Pero eso no sucedió. La reunión con la prensa estaba pautada desde temprano. Creo que, de haber podido, Briatore la hubiese cancelado.

Si bien Colapinto entró en la Q2, el efervescente y experimentado patrón de Alpine no podía recoger los resultados que estaba necesitando y, casi una hora después de la tanda, arrancó la cita un poco inquieto.
La chispa adecuada
Repasando el video del pequeño cónclave con el italiano, era notorio que con una pequeña chispa podría generarse un incendio. Y eso fue lo que sucedió.
Sin embargo, más allá de todas las especulaciones, decir que hasta Canadá Colapinto manejaba “con el freno de mano puesto” no puede ser gratuito o pasar inadvertido. Briatore lo sabe mejor que usted, que yo y que cualquiera que lo haya leído o visto.

Por cierto que la pregunta que faltaba también llegó. ¿Flavio, es posible que reemplacen a Franco con Paul Aron? ¿O está confirmado el piloto argentino para lo que resta del campeonato?, consultó La Voz.
Eso fue el sumun, ya no lo toleró y atacó fuerte diciendo que deben defender al joven deportista y no difundir “mierda”, refiriéndose en esos términos hacia los medios de esta parte del mundo.
Fuerte, despectivo y ácido fue el concepto del veterano mandamás de los coches franceses.
En definitiva, cometió varios errores y excesos en esa charla. Dotado de mucha sagacidad y destreza, con fuerte personalidad, no midió, ni tampoco le interesó hacerlo, el alcance negativo y masivo de lo que estaba diciendo. Y si en el peor de los casos lo tenía medido, entonces no le importó, pero generó y enhebró una explosión que vaya a saber dónde, cómo y cuándo termina.
La renuncia del CEO de la marca, Luca de Meo, en la semana, por motivos extradeportivos, no le juega a favor y, hermanado con lo que dijo, hay que esperar y evaluar cómo termina esto. Recordemos que Luca De Meo fue quien convocó al polémico y verborrágico Flavio para manejar al team de F1.
Lo bueno de esa cita es que al menos se jugó por Franco y, molesto, expresó que no está en riesgo su continuidad en la escuadra.
Los medios afines destacaron esa novedad sobre el resto de sus dardos. Esa declaración no la había realizado desde que comenzó la relación con el expiloto de Williams.
Luego de ser degustadas sus palabras como un buen malbec por parte de este cronista, Briatore atendió a la TV, aunque se mostró más relajado y contenido. Su gente y su pequeño entorno así se lo marcaron con muecas y evidentes gestos, pero ya era tarde.
Mientras eso ocurría, desde la sala de prensa se envió hacia Córdoba una nota que tenía mucho valor y contenido, y como todas aquellas noticias que logran ese significado, no conoció de límites o fronteras.
En horas, se reprodujo avanzando como llamaradas que en algún momento se apagarán, pero dejó expuesta una realidad tan devastadora como el fuego.
Hasta Canadá, la cosa estaba complicada. Cómo seguirá, no lo sabemos, pero Franco deberá continuar evolucionando, y Flavio, olvidarse de tomar ejemplos como el del “freno de mano” porque no sumó y terminó haciendo lo que precisamente nos critica.
Como ocurre en estos casos, los damnificados responsabilizan al que pregunta, cuando en realidad la información corrió como reguero de pólvora por las respuestas y sus modos. Y no por el cuestionario.
Además, aquel domingo, la carrera en Montreal no fue bien gestionada, la estrategia no anduvo y parece que el motor tampoco.
Nos vemos en Austria, esta semana, en otro capítulo de esta atrapante historia llamada F1, con un argentino como protagonista y que, con gran esfuerzo y mucho entusiasmo, estamos acompañando desde Córdoba.