La noche en Singapur quedó marcada por dos protagonismos bien distintos: el del argentino Franco Colapinto, que completó una carrera más dentro del pelotón, y el de George Russell, que desde la pole consolidó una victoria sin sobresaltos.
Desde el semáforo apagado hasta la bandera a cuadros, Colapinto (Alpine) mantuvo su lugar: largó desde el puesto 16 y terminó justamente ahí, más allá de que alternó mejores y peores posiciones.
Fue una carrera en la que tuvo actuaciones destacables: en la largada escaló hasta el 13º lugar, desplazando adversarios en un circuito donde cada maniobra se paga caro.
En la vuelta 23 fue relegado al 17.º tras su parada en boxes, pero volvió a avanzar hasta el 15.º en el giro 34. Fue ahí cuando el equipo decidió no arriesgar con una nueva parada, consciente de que otro ingreso podría relegarlo demasiado atrás. En el cierre perdió posiciones, pero no arriesgó más: si volvía a boxes, podía quedar último.
La carrera de 62 vueltas transcurrió sin mayores sobresaltos en lo alto. Russell, que había logrado la pole con un registro de 1:29.158, lideró de punta a punta.
Max Verstappen lo acompañó en el podio, mientras que Lando Norris completó el terceto. En resumen: Russell (Mercedes) ganó, Verstappen (Red Bull) segundo, Norris (McLaren) tercero.
Desde el inicio, Russell imprimió un ritmo firme. Aunque Verstappen intentó acercarse en algunos tramos, la carrera no cambió de líder. A pesar de los vaivenes estratégicos y del desgaste que impone el circuito de Marina Bay —con sus muros tan cerca y la exigencia física del calor y la humedad—, no hubo sorpresas arriba.
Para Colapinto fue una carrera de gestión: mantener la compostura, aprovechar las ventanas, no arriesgar más de lo necesario. Para Russell, fue una demostración de control absoluto. Y para los espectadores, otra noche de tensión entre muros y luces que reafirma que en Singapur avanzar también es resistir.

