Si tanto duele es porque importa. Por lo que está muy bueno que duela, una señal clara del interés y el deseo que existía por tal circunstancia. El dolor es un síntoma de que nada pasó inadvertido.
A Los Pumas la derrota en semifinales con Nueva Zelanda les partió el alma, los llenó de dolor, casi los noquea. La imagen fiel fue su entrenador, el australiano Michael Cheika, un experimentado de mil batallas que cuando el viernes pos 6-44 se desparramó sobre la silla para atender las requisitorias de la prensa lució quebrado, desalineado, abatido.
Sucedió lo mismo con los jugadores, en el campo de juego, donde se acercaron a las tribunas del Stade de France para recibir el cariño y el consuelo de sus seres cariños, como a la salida del vestuario, momento en que sus rostros y las palabras de quienes hablaron acusaban el impacto.
Habían perdido con los All Blacks, nada más ni nada menos, pero ellos estaban muy dolidos, se veía y se notaba en las entrañas del Stade de France. Y estuvo perfecto que así fuera en tiempos que todo parece importar poco, porque semejante dolor puede transformarse en el combustible para lo que viene, y lo que viene es el partido por la medalla de bronce frente a Inglaterra.
Para Argentina, para el rugby argentino, ser terceros en un mundial es un logro de una trascendencia tremenda. Ya jugar los cuatro partidos es valorable y significativo, pero terminar en el podio arriba de potencias de actualidades brillantes como Francia o Irlanda es buenísimo. Y además ratifica la tendencia protagonista de Los Pumas, que de los últimos cinco mundiales llegaron a la última semana en tres (2007, 2015 y 2023).
De todas formas, los balances se hacen al final y este mundial aún le guarda un capítulo a Argentina. Después del encuentro del viernes con Inglaterra llegará el tiempo de los análisis y los mismos tendrán que ser profundos y superar el mero resultado.
Porque estos Pumas y su cuerpo técnico han mostrado aspectos positivos y negativos quizá en partes iguales, y así como hay méritos y argumentos para destacar, también hay cuestiones adversas para marcar que, desde afuera, todo indica se podrían haber hecho mejor o al menos hay decisiones poco entendibles y menos explicadas por el cuerpo de entrenadores.
Pero todo eso quedará postergado hasta después del viernes, porque por estas horas toda la energía y el foco están puestos en cómo transformar aquel dolor en vitalidad para vencer a Inglaterra y volver a ser de bronces, como en 2007.
