“Me enseñan a ser simples”. Con esas palabras, Guillermo Di Giusto (57), profesor nacional de tenis en el Córdoba Lawn Tennis y fundador de la escuela Sin Límites, que trabaja con personas con discapacidad intelectual y ciegos, resume dos décadas productivas de un trabajo social que perdura en el tiempo y que deja huellas en la comunidad.
En su adolescencia abrazó este deporte como forma de vida. Y si bien las canchas atestiguan su paso como deportista amateur, él quería algo más. Fue ahí cuando entendió que su misión era enseñar.
En el verano democrático de 1984, con apenas 17 años, postergó sus vacaciones con amigos para dedicarse a su rol formador. Y desde ahí no paró más. Fue a la universidad, se graduó en Administración de Empresas, pero nunca ejerció. Las raquetas y los frontones se convirtieron en parte de su mundo.
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A fines de la década del ‘90 del siglo pasado, Di Giusto no imaginaba que su afán por acercar el tenis a personas con discapacidad en distintas instituciones se iba a convertir en un faro para él y que marcaría, años después, un hito en su carrera personal y en el deporte de Córdoba y el país.
Así llegó el nuevo milenio. Cuatro años después, en 2004, se puso la piedra fundacional de la escuela Sin Límites en un espacio tradicional para el tenis cordobés, y se empezó a escribir una historia de inclusión, compañerismo, alegría y superación.
“Cuando iniciamos este proyecto fue muy novedoso. Hoy el deporte y la discapacidad van de la mano, pero hace 20 años no era así. Lo que hicimos fue no dejar que esa experiencia fuera un evento aislado, sino ayudarlo a crecer”, reflexiona el profesor Di Giusto en una entrevista con La Voz. Y continúa: “Inmediatamente empezamos a planificar estrategias para seguir llevando el tenis a las escuelas o que ellas vinieran a nuestro club. Así fuimos encontrando intervenciones diversas e hicimos un evento masivo, invitamos a otras escuelas especiales a que vinieran a jugar tenis al Córdoba Lawn y ahí se fue cerrando el proyecto Sin Límites con propuestas recreativas-formativas y formativas-competitivas. Luego incorporamos la opción para ciegos”.
En perspectiva, y a dos décadas de este trabajo deportivo y social en la escuela Sin Límites que se cumplen en noviembre, a Di Giusto le brillan los ojos cuando habla de sus alumnos y alumnas, de sus avances, y de los vínculos empáticos que supieron construir en todo este tiempo, basados en el respeto mutuo.
“Yo aprendo de ellos. Me transmiten simpleza, que no hay grandes complicaciones. Tienen estados de ánimos equilibrados, trato de copiar eso, la alegría, esa risa que se transforma en carcajada de una manera muy fácil. El abrazo. Yo me llevo mucho de ellos a mi vida cotidiana”, confía el profesor. Y agrega: “Me emociona mucho y me alegra que nos hayamos involucrado de lleno en este proyecto. Hace 20 años no sabíamos qué nos iba a pasar. Me alegro de que haya funcionado”.
Hoy la escuela Sin Límites tiene una matrícula de 50 personas. Di Giusto no trabaja solo. Se apoya en un equipo de profesionales a los cuales pondera. Entre ellos, está el profesor Daniel Trejo, especializado en tenis para ciegos; y Clara y Valentina Di Giusto, sus hijas, quienes hacen aportes desde la psicopedagogía y la psicología, las ramas de estudio en las que se destacaron.
“Estamos en cifras récord. Hoy hay 50 personas en la escuela Sin Límites, 40 con alguna discapacidad intelectual –síndrome de Down, retraso madurativo, entre otras– y 10 ciegos. Nos hemos transformado en un centro de referencia que trabaja el deporte y la discapacidad en forma conjunta”, explica el “profe”.
Con las canchas de polvo de ladrillo de fondo, y con los tenistas llevando a cabo sus movimientos cotidianos, Di Giusto describe que “ponerle una raqueta en las manos a una persona con discapacidad” fue clave para entender que se les daba autonomía y se los motivaba. Y que luego, con la participación en torneos y en competencias, se lograban avances relevantes.
“Es importante cuando nuestros alumnos, nuestros atletas, empiezan a tener experiencias deportivas. Primero, venir a entrenar al club. Acá se los cuida, se los acoge y se les da un sentido de pertenencia”, dice. Y prosigue: “Después, las representaciones que hacen del club en distintos eventos. Estos chicos y chicas, cuando empiezan a tener experiencias deportivas, comienzan a nutrirse, a crear otros vínculos que ayudan en su autoestima. Hemos notado que este tipo de intervenciones los nutre de valentía, comienzan a tener sus propias anécdotas e historias. Y eso también lo ven las mamás y los papás, que nos trasmiten eso”.
Perseverancia, la clave de la escuela Sin Límites
En dos décadas de trabajo ad honorem con el proyecto Sin Límites, Di Giusto entiende que el logro se apoya en la perseverancia. Reconoce que se sienten “orgullosos y están contentos” de haber sido perseverantes porque es una acción que está totalmente apoyada en el voluntariado.
“Nosotros, lejos de desmotivarnos en estos años por imprevistos que han acontecido, estamos más fuertes que nunca como escuela”, dice este hombre de andar tranquilo y mirada transparente. Y continúa: “Yo me apoyo en eso y en mi equipo de trabajo. Nuestros alumnos ven un gran trabajo colectivo”.
Consultado sobre el apoyo del club para con esta iniciativa solidaria, Di Giusto dice que siempre tuvieron el acompañamiento de las distintas gestiones que pasaron por la institución y de sus comisiones directivas. Lo mismo con la Agencia Córdoba Deportes y con referentes de la talla del “profe” Medardo Ligorria, Héctor “Pichi” Campana o el extenista Agustín Calleri, en sus distintas gestiones al frente del ente deportivo.
“A Sin Límites siempre la reconocieron y acompañaron. Las distintas dirigencias siempre han estado con nosotros, alentándonos para que sigamos con estas acciones”, cuenta. E invita a que si hay alguna persona con una discapacidad que gusta del deporte y el tenis, se acerque a la escuelita para participar.
“Nosotros tenemos todos los elementos. Sólo tienen que venir a la cancha y jugar. Ojalá que se sumen más personas. Nuestro equipo los va a cuidar, los va a contener y guiar, y les va a enseñar este deporte. En nuestra escuela no hay límites para nadie, todo el tiempo lo estamos corriendo porque vamos avanzando, vamos superándonos, tanto alumnos como profesores. Es una escuela sin límites”, cierra.
Una historia personal y el deseo de ayudar a otros
Daniel Trejo (47) es la mano derecha del “profe” Di Giusto. Nació en Guatimozín, un pequeño pueblo ubicado en el departamento Juárez Celman. En 2005 se trasladó a la Capital para estudiar el profesorado de tenis en el Córdoba Lawn. Fue así que, una vez que terminó de instruirse, decidió especializarse en ciegos y comenzó a trabajar en la escuela Sin Límites cuando recibió la invitación de su mentor.
La decisión de “Dani” no fue azarosa. Su hermana más chica es ciega y él empezó a capacitarse y a investigar para ayudarla. Luego, continuó haciéndolo con otras personas.
“Mi objetivo siempre fue brindar oportunidades y fomentar la inclusión y el desarrollo personal a través del deporte”, cuenta a este medio.
El “profe” explica que las personas ciegas o con disminución visual usan una pelota que es de espuma y que al ser golpeada emite un sonido (tiene bolitas en su interior) que permite que los jugadores puedan ubicarla en la cancha.
“Con esa propuesta, los alumnos se fueron sumando a lo recreativo y luego, cuando se empezaron a hacer torneos, se volcaron a lo competitivo. En 2019, fuimos a un mundial en España y quedamos séptimos”, dice Trejo orgulloso.
Los alumnos juegan en canchas más pequeñas y las categorías se clasifican en B2, B3 y B4, según el grado de disminución visual que tengan.
En relación con su mentor, cuenta que es “un gran líder” y una persona que le ha brindado “muchas oportunidades”.
“Guillermo nos inspira a todos los que trabajamos a su lado a crear cosas nuevas y a estar en constante movimiento. A seguir capacitándonos. Y esas claves son para todos en general. Ya seamos de la escuela Sin Límites, profesores, alumnos, o personas particulares que vienen a aprender tenis, ya sea recreativo o competitivo”, específica Trejo. Y finaliza: “No existen barreras”.
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