La historia de Solana Sierra en Wimbledon 2025 llegó a su fin este domingo. Pero el cierre no empaña lo vivido: la marplatense de 21 años se despidió en octavos de final tras caer por 6-3 y 6-2 ante la experimentada alemana Laura Siegemund, y dejó una huella imborrable en el césped londinense.
La ilusión era grande. Sierra soñaba con meterse entre las ocho mejores del torneo, algo que ninguna argentina conseguía desde 2004, cuando Paola Suárez alcanzó los cuartos de final. El sueño duró hasta el mediodía inglés, cuando se encontró con una rival en un nivel altísimo.
Siegemund, de 37 años, venía encendida. Había despachado en las rondas anteriores a figuras como Leylah Fernández, Madison Keys (campeona del Abierto de Australia) y Peyton Stearns, sin ceder un solo set. Con un juego agresivo y preciso, la alemana no dejó margen a la sorpresa y cerró el partido en apenas una hora y 17 minutos.
Pese a la derrota, lo de Sierra fue notable. No sólo por el resultado, sino por cómo lo consiguió. Había perdido en la última ronda de la clasificación, pero fue repescada como “lucky loser” y, desde ahí, armó una campaña inolvidable: se convirtió en la primera jugadora en la historia de Wimbledon en llegar a octavos desde esa condición. Y apenas la séptima en todos los Grand Slams.
La actuación le permitirá subir cerca de 35 puestos en el ranking WTA y ubicarse en el Top 65 del mundo, su mejor posición histórica. Además, se llevará un premio económico de 240.000 libras esterlinas (unos 280.000 euros), el doble de lo que había ganado en toda su carrera como profesional.
Sierra, formada en el club Once Unidos de Mar del Plata, es hoy el gran proyecto del tenis femenino argentino. Su actuación en Londres no hizo más que confirmar que el futuro ya llegó. Y aunque este domingo se terminó el torneo, la ilusión de todo un país recién está empezando.