Carlos Alcaraz, número tres del mundo, se hace tatuajes para celebrar los títulos de Grand Slam que conquista, por lo que ya tiene decidido qué llevará en su piel si gana el Abierto de Australia y así completar la colección de los cuatro torneos más prestigiosos del tenis.
El español se acercó a convertirse, a los 21 años, en el hombre más joven que completa la colección de Slams, al solventar este viernes un pequeño contratiempo al ceder su primer set en Melbourne Park esta semana y lograr una victoria 6/2, 6/4, 6/7 (3) y 6/2 sobre el portugués Nuno Borges (33) para acceder a los octavos de final.
Ya marcó su cuerpo con la fecha de su primer título importante, que fue en el Abierto de Estados Unidos de 2022; una frutilla para representar el primero de sus dos triunfos en Wimbledon, en 2023; y la Torre Eiffel por la victoria del año pasado en el Abierto de Francia.
¿Qué podría elegir si es el último hombre en pie en la Arena Rod Laver el 26 de enero?
“Un canguro, eso seguro”, dijo Alcaraz con una amplia sonrisa el viernes. “Lo único que me falta es levantar el trofeo aquí, pero el plan y la idea ya están (ahí).”
Hubo un pequeño tramo contra Borges en el que Alcaraz pasó de tener el control total del partido a de repente ser incapaz de colocar un tiro dentro de la cancha.
Fue un poco sorprendente ver cómo el marcador pasó de 2-2 a 6-2 a favor de Borges durante el desempate del tercer set, gracias en gran parte a una serie de errores no forzados de Alcaraz, quien ya posee un total de cuatro títulos en las grandes citas y es el tercer cabeza de serie en Australia.
Un mal revés. Un mal golpe de derecha. Una mala devolución de servicio. Y luego, en el segundo punto de set de Borges, Alcaraz falló otro tiro de derecha. El set se le escapó. Sin embargo, el tesón de Alcaraz y su superioridad en los golpes resurgieron en un abrir y cerrar de ojos, y rápidamente enmendó el rumbo.
Al principio del cuarto set, Alcaraz consiguió un punto de quiebre y soltó su grito familiar de “¡Vamos!”, una señal tan cierta como cualquier otra de que era él mismo. Convirtió eso en una ventaja de 2-0 con una secuencia típicamente espectacular: corrió hacia adelante para devolver una dejada, luego, necesitando lidiar con un globo bien curvado, corrió de regreso a la línea de fondo con la espalda hacia la red y giró para meter un tiro ganador de passing de derecha. El impulso de Alcaraz hizo que sus pies se deslizaran, por lo que soltó su raqueta y puso las manos en el suelo para sostenerse.
Al ver que ganó el punto, Alcaraz se levantó, señaló a su oreja derecha, buscando aún más aliento de los fanáticos, y alzó su puño derecho.
“Estoy tratando de jugar un tenis diferente, mostrando diferentes tipos de golpes”, dijo Alcaraz, quien enfrentará en la siguiente ronda al británico Jack Draper (18). “Eso es lo que me hace... sonreír en la cancha.”
Alcaraz no ha sido tímido sobre sus objetivos, ya sea durante estas dos semanas o en el panorama más amplio. Sí, quiere ganar el Abierto de Australia por primera vez (perdió en los cuartos de final hace un año). Y, sí, podría importarle volver al número 1 en el ranking y ganar todo tipo de torneos, pero realmente, su objetivo es este: “Tratar de ganar tantos Grand Slams como pueda. Ese es mi principal objetivo.”
