José “Maligno” Torres es sin dudas el hombre del momento. A sus 29 años se convirtió en el primer cordobés campeón olímpico en una disciplina individual y el encargado de abrir la cuenta para Argentina en los Juegos de París 2024.
El medallista de oro en BMX Freestyle es pura felicidad, puro orgullo y también, pura humildad.
A minutos de haber vivido uno de los momentos más emotivos de su vida deportiva, “Maligno” escuchó el consejo de otro grande del ciclismo argentino y un colega en esto de ser campeón olímpico. Juan Curuchet le aconsejó que no tomara nada de botellas abiertas y él le hizo caso.
Demasiados riesgos corrió el ryder durante sus cuatro presentaciones en París (dos en clasificación y dos en la final) como para correr otro después de haber logrado quedarse con el oro.
Pasó el doping, pasó el podio y llegó el momento de hablar con la prensa para el cordobés. De empezar a poner en palabras algo que, aseguró, no termina de entender.
Es campeón olímpico. Y fue justamente la inclusión de su deporte en los Juegos lo que a él le hizo un clic.
“Cuando el BMX Freestyle se hizo olímpico fue un gran cambio para mí, ahí empecé a sentirme un atleta, un deportista realmente”, contó para TyC Sports.
Piruetas en el aire
El Parque de las Naciones fue el escenario donde José Torres conoció algo del deporte que después lo llevaría a la cima del mundo. Junto a su hermano Francisco vieron a un chico hacer piruetas y quedaron impactados.
Juntos después iniciaron una carrera que les dio grandes satisfacciones pero que a causa de un duro golpe lo privó a Francisco de seguir.
“Cuando me lo sacaron a él ya nada fue igual”, contó el cordobés. Sin embargo, encontró en el camino olímpico un nuevo motivo para seguir desafiándose.
Fue medallista de plata en los Juegos Panamericanos de Lima 2019, en 2023 ganó la medalla de oro en los XGames por fuera del circuito olímpico pero en la cita más importante para su deporte, y en Santiago 2023 alcanzó la medalla de oro.
Estar en París era un sueño para él. Un objetivo que hizo realidad y que este miércoles lo vio brillar entre los nueve ryders más importantes de la cita ecuménica.
“Tenia mucho miedo de lo que iba a pasar acá. Sabia que no había otra competencia más importante en el planeta que esta, y con los riesgos que conlleva nuestro deporte, siempre supe que si tenía que morir era acá”, dijo convencido.
Tuvo “muchas caídas importantes” en las prácticas. Pero actuaciones deslumbrantes en la pista.
Los nervios en la final fueron extremos para él, que a falta del concurso de dos competidores se aseguró el podio pero debió esperar que el campeón mundial Kieran Darren Reilly cierre la competencia para conocer el color de su medalla.
“Cuando vi la pasada del británico, y vi que no hizo el truco que yo esperaba, sentí que tenía la de oro”, confesó el cordobés.
Su triunfo estaba consumado. Y la locura se desató entre su equipo pero también con los de otros países.
“Me empezaron a tirar yerba jugó, agua... pasó de todo en el medio”, se rió el nacido en Santa Cruz de la Sierra (Bolivia).
“Estoy muy feliz”, repitió, como si su cara no lo expresara. “Todo lo que hago yo es para darles un poquito de alegría a ustedes”, le dijo a la gente que lo miraba por el TV.
Y vaya si lo hizo. José “Maligno” Torres es campeón olímpico.
