El verano cordobés promete intensidad: días largos, sol en vertical, noches cálidas y un termómetro que con frecuencia supera los 32 °C entre diciembre y febrero. Frente a ese escenario, miles de hogares buscan alivio sin depender sólo del aire acondicionado, que en muchos casos queda reservado para los momentos críticos del día. La clave está en pensar la casa como un sistema y aprovechar recursos que no consumen energía, pero sí modifican la sensación térmica. Entre ellos, los textiles livianos ocupan el primer lugar.
Cortinas, manteles, sábanas, fundas y cobertores forman parte de un “microclima doméstico” que puede trabajar a favor del usuario. En Córdoba, donde la luz es fuerte, el aire es seco y la amplitud térmica juega a dos puntas, las telas livianas (lino, percal, voile, muselina) ganaron un espacio central. Decoradores locales coinciden en que lo que más piden los cordobeses es frescura visual y materiales que respiren, y destacan que el recambio estacional dejó de ser un gesto de moda para transformarse en hábito.
La luz dura cordobesa
La ciudad y el Gran Córdoba reciben una luz intensa y directa, en especial entre el mediodía y media tarde. El calor seco
A diferencia del litoral o del norte argentino, donde la humedad complica la vida cotidiana, Córdoba suele tener un verano más seco. Esa condición beneficia el uso de fibras naturales: algodón y lino regulan mejor la temperatura tanto en la piel como en el aire interior.
“Estas telas permiten que el aire circule y evitan la sensación de encierro que generan los sintéticos. En una provincia de aire seco, eso se nota aún más”, dijo la arquitecta Agustina Allende Posse, titular de Interiores BAP.
En sábanas, fundas nórdicas, almohadones y mantas finas, esos materiales trabajan de manera directa sobre el confort corporal. El resultado es simple: menos calor acumulado y noches más llevaderas.
Virtudes de los textiles
La elección de telas no es sólo estética. Los textiles funcionan como filtros, absorben o reflejan luz, permiten o bloquean el paso del aire y regulan la humedad. En verano, su aporte puede significar varios grados menos en la percepción térmica. En una casa cordobesa típica (muros gruesos y aberturas generosas), las telas livianas funcionan como “reguladores breves”, ideales para enfriar visualmente sin intervenir la arquitectura. Las cortinas, por caso, cumplen un rol estratégico: si están bien elegidas, ayudan a cortar la radiación sin oscurecer ni comprometer la ventilación.
Tendencias locales
Desde la firma La Cortinería señalaron que hay un aumento en la venta de cortinas dobles, telas naturales y fundas desmontables. “También creció el interés por los tejidos artesanales: mantas de algodón rústico, gasas teñidas en tonos tierra y piezas de telar que combinan fibras naturales y tintes suaves”, expresaron.
En Córdoba, varios estudios de interiorismo trabajan con paletas más claras y materiales nobles que acompañan el clima local. El objetivo: crear ambientes livianos, con visual limpia y mínimo mantenimiento.
Hábitos que potencian su efecto
– Ventilar temprano.
– Cerrar cortinas en horas de radiación fuerte.
– Evitar alfombras pesadas.
– Usar colores claros.
– Lavar y rotar los textiles livianos para mantener su respiración natural.
Los textiles estrella
1. Lino: el favorito de la temporada.
2. Algodón liviano: percal, voile y popelina.
3. Muselina y doble gasa.
4. Lonetas livianas para exteriores.
Son las telas preferidas del usuario cordobés, que busca frescura visual y ya tiene hábitos de recambio para potenciar sus efectos.
