Muchos pasan la vida añorando viajar a destinos soñados para conocer obras de la arquitectura y de la ingeniería que se han vuelto verdaderos hitos turísticos. Sin embargo, son pocos los que se animan a ser turistas en su propia ciudad.
Por eso, Edisur confeccionó un listado de construcciones increíbles de Córdoba, que destacan por su historia, infraestructura y dimensiones.
En esta oportunidad conoceremos el majestuoso Palacio Ferreyra, convertido en el Museo Superior de Bellas Artes Evita. ¿Quién lo construyó? ¿Quiénes lo habitaron? Se trata de una obra arquitectónica de estilo francés, símbolo de una época que dejó grandes vestigios en la capital provincial.
Con aroma a francés
La idea del palacio se plasmó en unos planos parisinos, viajó en barco y comenzó a construirse en 1912, a pedido del médico cirujano Martín Ferreyra. Su diseñador, el arquitecto francés Ernest Paul Sanson (1836-1918), nunca vio la obra terminada, ya que se quedó en su país con un equipo de escultores, artistas, expertos en bronce y demás artesanos que trabajaron en las piezas del proyecto. En Córdoba, la ejecución quedó en manos del ingeniero argentino Carlos Agote.
El edificio tiene tres pisos y un subsuelo de estilo neoclasicista, que busca imitar las construcciones del rey Luis XVI. Además, combina elementos barrocos inspirados en el modelo de l’Ecole de Beaux Arts de París.

Posee un impactante portón de ingreso de hierro fraguado, al mejor estilo monárquico. Su imponente presencia se ve extendida por la reja que rodea el predio, con adornos dorados de fundición.
Una casa alucinante
El interior de la casona es tan magnánimo como su fachada. El rompecabezas arquitectónico comprendía 35 dormitorios y 19 baños. Con una escalera imperial en el centro, el hall principal era el lugar de reunión. De hecho, la actividad social de la casa giraba en torno a la planta baja, compuesta por salones, un comedor, una biblioteca, un jardín de invierno, un escritorio y una sala de billar.
En el primer piso, estaban distribuidos los dormitorios de los familiares, mientras que el segundo estaba destinado a los huéspedes. Debajo, en el subsuelo, se construyó la cocina, el depósito, la caldera, una bodega y dormitorios para quienes trabajaban en la casa.
No podía faltar Carlos Thays en el diseño del jardín. El arquitecto hizo plantar una variedad de plantas y árboles de diversas alturas y estilos: acacias, eucaliptos, jacarandás, plátanos y palmeras.
Al mejor estilo francés, el ordenado paisaje verde fue acompañado por fuentes, estatuas y bancos salpicados concienzudamente por el predio.
¿Quiénes vivieron allí?
El doctor Martín Ferreyra se mudó al palacio con su esposa e hijos en 1916. Pero su estadía fue breve, ya que falleció dos años después. La familia creció con los años y los nuevos integrantes se fueron instalando en la casa.
En los años 40, los habitantes comenzaron a abandonar el hogar, que finalmente quedó en manos de la última integrante en 2004. En ese año, comenzaron los trámites para su expropiación y transformación en museo.

Convertido en museo
La apasionante tarea de refuncionalizar el palacio estuvo a cargo del estudio GGMPU (Gramática, Morini, Pisani, Urtubey), e incluyó, entre otras modificaciones, la colocación de ascensores y de un espacio de encuentro y comidas.
Mencionado por el historiador inglés Nikolaus Pevsner en 1960 como el mejor palacio de la Argentina, el Museo Evita mantiene todo el brillo y esplendor de su época y forma parte del rico patrimonio arquitectónico de la ciudad cordobesa.
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