La eficiencia y el ahorro energético son una necesidad impostergable y, a la vez, una oportunidad para quienes proyectamos, diseñamos y construimos el hábitat humano. En un contexto de crisis climática, inflación energética y transformaciones tecnológicas aceleradas, el sector AIC (Arquitectura, Ingeniería y Construcción) está llamado a asumir un rol protagónico.
Se trata de técnica y de compromiso ético: en nuestra práctica cotidiana, los profesionales del rubro decidimos, con cada proyecto, cómo se relacionarán los edificios y las infraestructuras con el ambiente y con las personas que los habitan. Cada material, técnica constructiva, orientación y decisión sobre climatización, ventilación o iluminación tienen impacto. En el consumo energético, el confort de uso y la huella ambiental que dejamos, ¿tenemos presente esa dimensión al ejercer nuestra profesión?
Una obligación que evoluciona
La formación académica inicial es sólo el punto de partida. La transformación tecnológica y normativa del sector requiere una actitud activa frente al aprendizaje permanente. Normas más específicas, etiquetados sobre eficiencia, nuevos materiales y sistemas constructivos nos invitan y nos exigen estar actualizados.
En Córdoba y en otras ciudades avanza la implementación de criterios de eficiencia energética en obras nuevas, algo que hace años era impensado. Frente a este escenario, capacitarnos de forma continua no debería vivirse como una carga, sino como una forma de ejercer nuestra profesión con responsabilidad y excelencia.
Una construcción eficiente comienza desde la primera línea en el proyecto; no es un accesorio posterior ni una mejora sólo cuando hay presupuesto. La orientación, la envolvente, la ventilación cruzada, el uso de luz natural y los materiales con buen comportamiento térmico deben formar parte del diseño y de la construcción.
Buenas decisiones tempranas pueden ahorrar costos y consumos durante toda la vida útil de la obra; es más, deben mejorar la calidad de vida de quienes la habitan.

Uso de materiales específicos
Desde lo técnico, la mejora de la eficiencia energética en los edificios depende directamente (y entre otros motivos) del comportamiento térmico de su envolvente. En climas como cordobés, con gran amplitud térmica, los puentes térmicos en muros, techos y carpinterías representan el mayor factor de pérdidas. La incorporación de sistemas como los ladrillos HCCA (hormigón celular curado en autoclave), que hoy se consiguen fácilmente en el mercado, permite lograr altos valores de resistencia térmica en cerramientos, lo que reduce la necesidad de capas aislantes adicionales y mejora su comportamiento térmico.
Además, la combinación de muros dobles con cámara de aire o rellenos con materiales como EPS (poliestireno expandido), lana de vidrio o poliuretano expandido puede duplicar el rendimiento térmico del cerramiento. En techos, el aislamiento de cielorrasos con mantas de lana mineral reduce entre un 25% y 30 % las pérdidas energéticas. Las carpinterías con ruptura de puente térmico (RPT), combinadas con DVH (doble vidrio hermético) completan una estrategia pasiva integral de bajo consumo.
Estas soluciones, bien aplicadas, pueden reducir entre el 30% y el 50% la demanda anual de energía, en línea con las exigencias de las normativas IRAM y el etiquetado energético.
Geotermia de baja entalpía
Una de las tecnologías ubicuas más prometedoras en el camino hacia la eficiencia energética es la geotermia de baja entalpía. En pocas palabras, se trata de aprovechar la temperatura casi constante que tiene el suelo (entre 16 y 18 °C en la región central de nuestro país) para climatizar los ambientes a través de sistemas de intercambio térmico con sondas y bombas de calor.
Aunque en Argentina su uso aún es incipiente, ya existen ejemplos exitosos en edificios residenciales, instituciones y hoteles. Sus beneficios son claros: alto rendimiento energético, escaso impacto ambiental, mínima emisión de ruido y una durabilidad sobresaliente. ¿Por qué no lo usamos más? Porque aún falta difusión, formación y decisión técnica. Incorporar geotermia de baja entalpía no es sólo una cuestión de innovación, es también una expresión concreta de sostenibilidad aplicada y una manera de anticiparse a lo que pronto será demanda del mercado.
El desafío que nos interpela
Durante años, hablar de eficiencia energética parecía estar restringido a especialistas o a quienes trabajaban en grandes desarrollos. Hoy, ya no hay margen para esa mirada limitada. Desde una vivienda unifamiliar hasta un edificio público, cada proyecto importa, y en cada uno hay decisiones que sólo pueden tomar profesionales informados, conscientes y comprometidos.
La industria de la construcción representa una porción importante del consumo energético global. Cambiar esa realidad empieza en nuestros proyectos, en nuestras decisiones de obra y en nuestras recomendaciones técnicas. La eficiencia energética no es una moda ni un lujo, sino parte de la calidad profesional que debemos ofrecer, y también de la responsabilidad que nos toca asumir frente a las generaciones futuras.