El rendimiento es una de las primeras características que tenemos en cuenta al comprar un vehículo. Saber cuántos kilómetros podremos recorrer con 1 litro de combustible siempre resulta una inquietud que se plantea antes de decidirnos por uno u otro modelo. Sin embargo, cuando adquirimos una vivienda casi nunca averiguamos cuál es su “rendimiento”, es decir la calificación energética del inmueble, que es el parámetro que proporciona la información de cuán caro o barato resultará habitarlo.
Esa medida es la que nos suministra el Etiquetado Edilicio, concepto explicado en nuestro artículo central. Una vez sabido que la energía más barata es la que no se consume, ¿cómo puedo saber cuál es hoy el comportamiento energético de mi casa? ¿Qué puedo hacer para mejorarlo? ¿Cuáles son las correcciones a realizar? ¿Quién es el profesional capacitado capaz de analizar todos y cada uno de los factores que influyen para lograr la máxima eficiencia energética?
Los ingenieros civiles estamos capacitados para el correcto análisis de las condiciones existentes y la elaboración del programa de readecuación eficiente, al aplicar las herramientas que brinda el Etiquetado Edilicio. Examinamos las características de las aislaciones térmica e hidrófuga de los materiales que forman las “envolventes” (techo, piso y carpintería), la estanqueidad y puentes térmicos de las aberturas (las ventanas transfieren, con pérdidas o ganancias según el caso, hasta el 57% de la climatización interior), la orientación de las habitaciones y los equipos de acondicionamiento térmico existentes. Así, podemos proponer soluciones personalizadas que permitan un ahorro real de energía para el funcionamiento confortable de la vivienda, indicando cuál es el mejor modo de reducir los gastos en energía (en especial en electricidad y gas) a efectos de conservar un ambiente confortable y habitable todo el año.