Por Arquitecto Enrique Zanni, MP 1-4872.
La Patología de la Construcción es una subespecialidad de la arquitectura, que forma parte de otra mayor llamada Tecnología. En ese contexto, la Patología Edilicia es la ciencia que estudia los problemas o las enfermedades (por analogía con la medicina) que surgen en los edificios después de construidos.
Esto no significa que la disciplina no pueda tener un fin netamente preventivo, sino que es imprescindible lograr el conocimiento pleno de los materiales de construcción y de los distintos procedimientos constructivos, como único camino viable para evitar desde el diseño la creación de situaciones que alienten la aparición de lesiones futuras.
En ese sentido, resulta impostergable abordar el mantenimiento permanente y la conservación periódica de las edificaciones, especialmente en todos los rubros y/o partes que puedan suponer riesgo para terceros: todos aquellos que puedan ocasionar caídas de materiales o elementos constructivos desde altura hacia la vía pública o colindantes.
La responsabilidad de esas acciones está a cargo de los propietarios y de los ocupantes, quienes delegan en algunos casos su gestión a través de la figura de los administradores.
La evaluación del estado constructivo y estructural del edificio debe contratarse a un profesional en la materia, pero la decisión de peritar y de ejecutar las medidas preventivas y/o correctivas que ese especialista indique es (sigue siendo) siempre responsabilidad de los consorcistas y de quien ejerce la tutela o la administración del bien.
Debemos concientizarnos como sociedad de que las edificaciones llevan mantenimiento, al igual que un vehículo o una maquinaria. Están expuestas a agentes externos como sismos, vientos o saltos térmicos, que generan movimientos de dilatación y contracción, cargas estáticas y dinámicas, contaminación química atmosférica y biológica que degrada los materiales (lluvia ácida, excrementos de palomas y murciélagos), y corrosión por acción de la humedad.

Asimismo, todos los materiales de construcción sufren una tendencia natural inevitable a volver al estado natural de sus componentes (un ejemplo típico son los metales). Si consideramos la sinergia de todos estos agentes degradadores, comprenderemos mejor la necesidad de mantener, controlar, monitorear y conservar nuestros edificios.
Como especialista en Patología Edilicia, puedo afirmar que esta disciplina cumple un rol fundamental en la seguridad de nuestras ciudades. A diario estamos expuestos a riesgos que muchas veces pasan desapercibidos: desprendimientos de revoques, rotura y caída desde altura de barandas de vidrio, trozos de cornisas, entre otros. Son situaciones que no sólo representan un deterioro edilicio, sino un peligro real para la vida de las personas.
Lamentablemente, la falta de mantenimiento, de controles periódicos y de una cultura preventiva en el ámbito edilicio nos lleva a enfrentar incidentes evitables. Y cuando hablamos de prevenir, no sólo nos referimos a inspecciones técnicas, sino también a concientizar a profesionales, propietarios y organismos públicos sobre su responsabilidad.
En general, existe una baja noción de peligro frente a un riesgo importante de desprendimientos en altura.
Evaluación estructural y aspectos a atender
Implementar un programa de evaluación estructural obligatoria solucionaría aproximadamente el 99% de los problemas que surgen por las patologías edilicias. Podría instrumentarse una herramienta digital ágil y razonable que tipifique el riesgo para propios y para terceros, permitiendo intimar por incumplimiento.

Para eso, deberán observarse materiales, revoque, pintura y mantenimiento de frentes y contra frentes (incluidos balcones, terrazas, barandas, carteles, marquesinas, toldos, maceteros, antepechos, soportes e instalaciones).
Los pasos lógicos que debiera dar el profesional interviniente ante una situación de lesión edilicia son los siguientes:
- en caso de existir riesgo de estrago o colapso estructural, tomar medidas inmediatas tendientes a salvar vidas y bienes (disponer la evacuación del edificio, apuntalar, entre otras);
- reconocer la lesión principal y tratar de determinar sus causas, verificando si está en actividad;
- sondear la posible presencia de lesiones secundarias o “de rebote” (en ocasiones, pueden terminar por ser más graves que las propias lesiones principales);
- con el relevamiento e inspección de la obra, más la realización de los estudios necesarios (pruebas hidráulicas, cateo de cimientos, estudio de suelos y ensayos destructivos o no), se procede a elaborar un diagnóstico, estudio incluso un pronóstico sobre cómo evolucionará la lesión;
- sobre la base de diversos factores (técnicos, económicos, disponibilidad de tiempos, posibilidad de conseguir repuestos, entre otros), se debe tomar la decisión con respecto al camino a seguir (reparar, reemplazar o demoler) y la opción elegida suele ser consensuada entre el profesional y la persona que se encarga de realizar el trabajo;
- elaboración del proyecto ejecutivo, con todos los detalles constructivos necesarios para su materialización;
- ejecución de la obra resuelta;
- comprobación de la efectividad de los trabajos efectuados (pruebas de carga estructural, hidráulicas o manométricas, de impermeabilidad, entre otras);
- reparación de los síntomas visibles y cosmética general;
- documentar lo realizado en un legajo de obra, a fin de dejar constancia para futuras eventualidades.