“El alto costo logístico argentino sigue siendo una limitante para competir en los mercados internacionales”, plantea Esteban Baquedano, gerente Comercial de Terminal Puerto Rosario (TPR). A su lado, el gerente General, Leonardo Feltrinelli, agregó el enfoque: “La salida está en integrar modos y decisiones, midiendo el costo total de punta a punta”.
Presentaron en Córdoba la propuesta de logística integrada inteligente: un encadenamiento de procesos, con planificación, transporte, operación portuaria y servicio naviero, pensado para que cada ajuste local genere un ahorro sistémico y no un traslado de costos entre eslabones.
La premisa es bien operativa: un incremento acotado en una fase (por ejemplo, acondicionar la carga o consolidar en origen) puede disparar ahorros superiores en otras.
“Si no miramos el costo total del servicio, los incentivos se desalinean y la mejora no llega a la mercadería”, dijeron a Container. Con ese lente, TPR detalló cómo se arma el corredor Córdoba–Rosario: 400 kilómetros que equilibran la rotación del camión y una red ferroviaria que hoy ya explica cerca del 30% de los volúmenes que recibe la terminal, con origen frecuente en la provincia. El resultado: menos capacidad rodante inmovilizada, menos siniestralidad y menor huella de carbono.
Conectividad y hinterland
El “hinterland” de TPR abarca el centro y norte del país, con un plus estratégico: su inserción plena en la Vía Navegable Troncal del Paraná. El puerto se ubica en el corazón de la hidrovía y en un nodo sojero de escala mundial: en un radio de 70 kilómetros se concentra la mayor capacidad exportadora de granos, aceites y subproductos de Sudamérica.
Para Córdoba, ese posicionamiento se traduce en más ventanas de salida y menos transbordos. Por tierra, la conexión combina circunvalaciones y autopistas (Córdoba–Rosario) con accesos ferroviarios de bitrocha que entran directo a zona fiscal, sin punta de camión. Esa continuidad de vía permite descargar un contenedor que salió del centro fabril de Santa Isabel directamente dentro de la terminal portuaria, sin traslados intermedios ni camiones dentro del Terminal.
El vínculo puerto–ciudad es un intangible que TPR puso en primer plano: el muelle convive a minutos del centro, pero la barranca natural, la cota más baja y el diseño en “terraza” minimizan el impacto visual y convivencial. “Licencia social y sostenibilidad no son slogans, son condiciones para que la logística sea perdurable”, subrayaron los ejecutivos. Esa misma lógica cruza el enfoque ambiental: más tren, menos kilómetros redundantes y flujos planificados para evitar congestión.
Navieras, frecuencias y tarifas
TPR confirmó la incorporación de CMA CGM a su plataforma de servicios, que se suma a Maersk y MSC con frecuencias semanales y conexión vía Brasil.
La entrada de un nuevo actor rompe inercias y se traduce en tarifas de flete más competitivas, mayor multiplicidad de destinos y mejores tiempos de tránsito para la industria cordobesa, con acento en la automotriz y su cadena de proveedores. En números operativos, el esquema permite reducir hasta 600 km de “roundtrip” frente a itinerarios tradicionales.
A nivel de infraestructura, TPR opera como terminal multipropósito: 80 hectáreas, 1.622 metros lineales de muelles (tres frentes), 26 tanques para graneles líquidos (76.000 m³), 23 km de vías internas, 65.000 m² de depósitos y grúas móviles para manipulación versátil. La red ferroviaria interna (con parrillas Norte y Sur) y el acceso bitrocha completan la integración puerto - CFS - depósito fiscal – ferrocarril.
En cargas proyecto, el layout ofrece playas y accesos dedicados. El muelle, cercano al canal de navegación profundo, permite operar buques de gran porte sin necesidad de remolcadores, otro vector que impacta en el costo total.
En seguridad, TPR subrayó un diferencial sensible para exportadores: escaneo del 100% de la carga al momento del embarque, con un sistema de alta penetración, detectores de radiación y trazabilidad 24×7 integrada a monitoreo con inteligencia artificial.

La terminal cuenta con certificación PBIP, oficinas de Aduana y Prefectura dentro del recinto, y un customer service dedicado para seguimiento en tiempo real del line-up y de cada operación.
Para la industria cordobesa, el caso automotriz funciona como prueba de concepto: coordinar aduana en planta, visibilidad de stocks desde arribo a terminal, tren directo TPR-planta, y retorno de contenedores vacíos sincronizado con la importación.
El impacto –según enumeraron– se ve en menores costos logísticos, menos huella de carbono, menos siniestros y mejores condiciones de exportación por disponibilidad y rotación de equipos. De allí el énfasis en planificar el flujo import–export como un solo sistema, para aprovechar economías de escala.
“El desafío es que los beneficios lleguen a la carga: exportadores, importadores, gobierno, Aduana y Terminales tenemos que trabajar coordinados para que la eficiencia no se quede en el Excel, sino que se vea en precio, previsibilidad y destino”.
Qué cambia para Córdoba
La lógica integrada que presentó TPR en Córdoba puede resumirse en cuatro verbos: preparar, coordinar, asegurar y competir.
Preparar significa planificar los flujos de exportación e importación como un continuo, definiendo ventanas de entrega, consolidación y documentación.
Coordinar es orquestar camión y tren para aprovechar los 400 kilómetros entre Córdoba y Rosario y la red bitrocha que permite ingresar directo a zona fiscal, sin punta de camión.
Asegurar es operar con escaneo 100% al embarque y monitoreo 24×7 para blindar la reputación del exportador. Competir, finalmente, es elegir servicio entre varias navieras semanales, con tarifas en competencia, más destinos y mejores tiempos de tránsito.
El tren es la gran palanca oculta: al absorber cerca del 30% del volumen que arriba a TPR –con fuerte participación cordobesa– reduce la necesidad de camiones, baja siniestros y huella, y permite descargar en muelle sin retajes intermedios.
Esa continuidad eleva la productividad y despeja congestiones.
Para el exportador de Córdoba, que vende partes, alimentos o insumos sensibles, la combinación de seguridad más trazabilidad vale tanto como una tarifa: evita demoras y costos de excepción.
La competencia entre servicios semanales abre una ventana táctica: armar cotizaciones comparadas en función de tránsito, transbordos, destino final y disponibilidad de equipos.
Para flujos con bajo valor FOB, la ecuación se apoya en tres renglones: menos kilómetros de roundtrip (hasta 600 km menos), menos esperas y más certeza de bodega.
El mensaje final para la comunidad exportadora local de parte de Leonardo Feltrinelli y Esteban Baquedano, fue nítido: hay herramientas para bajar el costo total, pero el verdadero salto se juega en capturar ese ahorro en la línea de precio.
“La logística integrada inteligente ya mostró que reduce costos totales; ahora tenemos que asegurarnos de que ese beneficio llegue a la carga”, concluyó Feltrinelli.




















