La ley nacional 27.424 creó el sistema de Generación Distribuida (GC), que posibilita a los usuarios de una red de electricidad instalar paneles solares en cada domicilio donde exista un medidor, con el objetivo de generar energía renovable para autoconsumo hasta el equivalente a lo contratado con el distribuidor.
El excedente es inyectado a la red pública mediante un medidor bidireccional, generando un crédito a favor del usuario que será compensado en el costo de la factura del servicio.
Beneficios directos
La Generación Distribuida ofrece una serie de ventajas directas en su aplicación.
- Seguridad energética y resiliencia: acerca la producción al consumo, baja las pérdidas en redes, puede demorar y hasta evitar las ampliaciones de transmisión necesarias, y aporta reservas ante cortes y eventos climáticos cada vez más frecuentes, manteniendo servicios críticos.
- Ahorro fiscal y tarifario: reduce el costo total de sistemas de distribución e implica menos necesidad de grandes líneas y picos de demanda.
- Cumplimiento climático: apalanca la reducción de emisiones energéticas globales.
- Equidad y acceso: hay proyectos comunitarios en América Latina que llevan luz e internet a zonas aisladas, reforzando autonomía, calidad de vida y bienestar, al tiempo que se reduce la pobreza energética.
- Impacto en empleo: cada millón de dólares invertido en energías renovables genera entre 7-9 empleos, frente a los 2-3 que se crean en el rubro petróleo y gas, según modelos IRENA-ILO.
- Incentivos a la inversión: atrae fondos privados a infraestructura que tradicionalmente eran de la obra pública, quitándole presión a las arcas estatales para resolver problemas de servicios que hoy no son esenciales.
Una política multisectorial
Impulsar la Generación Distribuida no es sólo una decisión energética, sino que también es una política industrial, social y ambiental del Estado moderno, que busca fortalecer su tejido productivo, acelerar su transición climática y colocar a la ciudadanía en el centro de la transformación energética.
Tanto la inteligencia artificial como las energías renovables comparten un patrón de innovación exponencial, efecto arrastre multisectorial y dependencia crítica de políticas públicas bien diseñadas.