El aumento constante en los costos productivos asociados al control de malezas y al mayor requerimiento en el uso de fertilizantes, sumados a la abrumadora presión impositiva, ponen en jaque a toda empresa agropecuaria que no logre aumentar los rendimientos de sus cultivos.
Cada vez son más los productores que analizan sus costos por tonelada producida y no por hectárea sembrada. La clave es aumentar las toneladas por cada peso invertido. En ese sentido, el mejoramiento genético de soja ofrece una herramienta fundamental para aportar mayor productividad al cultivo.
Se estima en soja una ganancia genética aproximada del 1,3 por ciento anual, es decir que las variedades aumentan el potencial de rendimiento en un 13 por ciento en 10 años. Aunque hay variedades que permiten un salto productivo significativo en un lapso menor de tiempo, como las variedades DM46i20 IPRO STS, DM60i62 IPRO y DM75i75 IPRO, que muestran un diferencial de rendimiento del 7 por ciento versus sus antecesoras y competidoras. Y su costo no es mayor que el de variedades de menor potencial de rendimiento.
Esto es particularmente importante en Córdoba, donde se estima que la antigüedad promedio de las variedades de soja sembradas en la última campaña fue de 11 años.
Recambio de variedades
La renovación de las variedades usadas por los productores pone un nuevo techo a sus rendimientos potenciales. Además, en oposición a lo que muchos consideran, la adquisición de semilla fiscalizada no implica un costo significativo mayor al del uso de semilla propia y reduce tareas críticas en los establecimientos rurales en los cuales hay escases de personal e infraestructura para realizar labores de almacenaje, procesamiento y manipulación de semillas.
El uso de semilla propia no implica un ahorro significativo de costos ya que aproximadamente el 50 por ciento del valor de la semilla fiscalizada es precio del grano, un 20 por ciento corresponde a la regalía del obtentor (el productor lo paga como Regalía Extendida cuando hace uso propio), un 18 por ciento de costo del proceso y embolsado y luego los insumos (bolsa big bag, rótulos). Por último debería considerase un costo de oportunidad (costo oculto) de tener inmovilizadas las toneladas cosechadas con destino a semilla.
Cada productor puede comparar los costos reales de producir su semilla con el precio de la semilla fiscalizada y sacar conclusiones.
La adquisición de semilla fiscalizada da la oportunidad de elegir para cada año las mejores variedades disponibles en el mercado y aprovechar la mayor productividad que ofrecen.
Del semillero al surco
Aceitera General Deheza (AGD) se distingue por ofrecer soluciones innovadoras a sus clientes. Una muestra de eso es que, durante la precampaña, con la compra de Semilla Fiscalizada Lista para Usar (Big Bag con Tratamiento Profesional de Semillas), el productor accedió de manera gratuita a una Garantía Total de Resiembra que le otorgará cobertura ante adversidades climáticas y cualquier factor que impida la correcta implantación del lote, como malezas, fitotoxicidad o insectos.
La empresa incorporará próximamente al Tratamiento Profesional de Semillas tradicional (Inoculante larga vida + Fungicidas + Polímeros de terminación) una combinación exclusiva de micronutrientes y promotores biológicos de crecimiento que será específico para cada zona de siembra de sus clientes.
Esta propuesta de valor, que no significará un costo adicional para el productor, surge del conocimiento adquirido por AGD luego de más de 15 años haciendo muestreo intensivo de suelos y análisis en su laboratorio industrial con sede en la localidad cordobesa de La Carlota.
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