En el mes de mayo se celebró el Día Mundial del Asma, con el objetivo de concientizar y mejorar el cuidado de ésta afección en todo el mundo. El asma se caracteriza por ser una enfermedad crónica de las vías respiratorias, y sus síntomas son causados por la inflamación que provoca enrojecimiento, hinchazón, estrechamiento y mayor sensibilidad a los irritantes. Además, más del 80% de las personas asmáticas padece rinitis o rinosinusitis, y también se ha demostrado una vinculación estrecha entre asma y problemas dermatológicos como eczemas y dermatitis.
Aproximadamente 1 de cada 10 personas en el mundo occidental la padece en algún momento de su vida, y en los últimos 40 años casi se ha triplicado el número de casos. Se estima que hoy el asma afecta a unos 300 millones de personas en todo el planeta, y en nuestro país aproximadamente 4 millones de personas sufren esta enfermedad. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), las muertes por asma aumentarán casi un 20% durante los próximos 10 años si no se toman medidas urgentes. Dada la problemática actual, esta afección es considerada un verdadero desafío para la salud pública.
Un cuadro respiratorio de larga data
El asma no es una afección nueva. Por el contrario, el proceso como síntoma se remonta al año 3500 AC y fue Hipócrates el primero que utilizó esta palabra para describirla. Se ha convertido en el proceso crónico más frecuente entre los niños y las niñas, con un agregado que no es menor: un subdiagnóstico puede llevar a un mal tratamiento, y como consecuencia de ello, al incremento en su morbimortalidad.
Si bien no se conocen con precisión cuáles son las causas del asma, existe una combinación de predisposición genética junto con la exposición ambiental a sustancias y partículas que, al inhalarse, provocan reacciones alérgicas o irritan las vías aéreas; tales como ácaros, pelos de mascotas, polen, moho, humo del tabaco, contaminación ambiental, entre otros. El aire frío, una emoción extrema, la realización de ejercicios físicos y hasta ciertos medicamentos también pueden desencadenar una crisis de asma.
Cabe destacar que la sintomatología no es constante, sino que varía con el tiempo. Las personas con asma experimentan días más estables y días más críticos. Sin embargo, la ausencia de síntomas no significa que no padezca la enfermedad o que esté bajo control.
La Dra. María Elisa Uribe Echevarría, jefa de servicio de Neumonología del Hospital Italiano, señala que “el asma puede comenzar a cualquier edad, aunque aproximadamente la mitad de todas las personas han tenido sus primeros síntomas a los 10 años y muchos niños y niñas han evidenciado su primer ataque antes de los 6 años”
El asma es una enfermedad que empeora con el paso del tiempo, debido a que la inflamación de las vías respiratorias provoca que éstas se vuelvan más finas, con una consecuente contracción de los músculos que rodean esas vías (también llamada bronco constricción), lo que las hace aún más estrechas. También, la producción excesiva de moco impide que se abran tan ampliamente como una vía respiratoria normal.
En esta línea, la Dra. Viviana Alejandra Moyano, instructora del servicio de Neumonología de la institución, añade que “cuando las vías respiratorias han estado inflamadas durante mucho tiempo, se vuelven hipersensibles, lo que significa que reaccionan con mayor rapidez y fuerza a diversos desencadenantes, como alérgenos, virus, polvo, humo y estrés”.
Opciones terapéuticas disponibles
Los medicamentos de control son medicamentos que previenen la aparición de las crisis, y existen dos tipos: antiinflamatorios, y broncodilatadores de las vías respiratorias.
En cuanto a los antiinflamatorios, los más eficaces y de uso frecuente son los corticosteroides inhalados, como la budesónida y la fluticasona. Estos medicamentos ayudan a prevenir los períodos de mayor gravedad del asma y pueden aliviar los síntomas por completo la mayor parte del tiempo si se utilizan regularmente según las indicaciones del médico. Si existe una prescripción, la misma debe ser cumplida tal cual lo indica el profesional, aunque no se experimenten momentos de crisis.
Por otro lado, los broncodilatadores son medicamentos que ayudan a prevenir la progresión de los ataques, al abrir rápidamente las vías respiratorias estrechas. Esto se logra relajando los músculos que rodean las vías respiratorias. La mayoría solo tienen un efecto a corto plazo y no deben usarse regularmente como controladores.
Estrategias para reducir riesgos
Para las personas que sufren de asma, es crucial evitar desencadenantes de crisis, como el humo de tabaco y otros humos, el polen y el moho, entre otros.
Asimismo, es importante mantener la casa limpia, liberarse de mascotas con pelos, eliminar cucarachas y colocar la vacuna antigripal anual, y se aconseja practicar un deporte adecuado.
Si experimentas estos síntomas o sufrís de asma diagnosticado, es fundamental realizar consultas frecuentes con tu neumonólogo y médico clínico.
Finalmente la Dra. Uribe Echevarría recuerda especialmente que “no se debe abandonar ni modificar la medicación sin sugerencia del especialista, porque el peor remedio es la automedicación”.