Con 24 años y un apellido de peso en el mundo del espectáculo argentino, Dante Ortega inicia su recorrido artístico con una premisa firme: desarrollar una carrera propia, lejos de la comodidad que podría ofrecerle su entorno. Aunque su historia familiar lo vincula de manera directa con la televisión y la producción audiovisual, el joven eligió la música como espacio de expresión y como refugio personal desde muy chico.
El vínculo más fuerte en su formación creativa no está dado por su padre, Sebastián Ortega, sino por su abuelo Palito Ortega. Dante reconoce en él una referencia central a la hora de componer y pensar sus canciones. Antes de avanzar con nuevos proyectos musicales, suele compartir su material con el histórico cantautor, valorando especialmente su sensibilidad artística y su experiencia. Esa relación intergeneracional funciona como un respaldo emocional y creativo, más que como una plataforma de exposición.
En contraposición, Dante marca una distancia clara en el plano profesional respecto a su padre. Aunque Sebastián Ortega lo incentiva a formarse como actor y mantiene una relación cercana, el joven evita pedir oportunidades laborales dentro de sus producciones. Considera que recurrir a ese tipo de ayuda sería tomar un camino demasiado directo y poco genuino. Su postura es esperar que cualquier eventual colaboración surja de manera natural y no por insistencia o favoritismo.
Qué hace Dante Ortega, el hijo de Guillermina Valdés
Actualmente, Dante se encuentra enfocado en la composición y producción de su propia música, con lanzamientos previstos a corto plazo. En paralelo, explora el mundo del streaming y mantiene una actitud abierta frente a otras disciplinas artísticas, incluida la actuación, aunque sin convertirla en prioridad inmediata.
En el plano personal, también salió a respaldar a Luciana Salazar, familiar cercana, frente a las críticas mediáticas. La describe como una persona sensible y de perfil bajo, y relativiza los prejuicios que suelen circular sobre su figura pública.
