Una serie como Juego de tronos despierta pasiones. Como espectador, uno puede llegar a fanatizarse tanto hasta el punto de querer conocer cada detalle de la historia y de la producción.
Más allá de los inesperados giros dramáticos de los guiones, tanto la serie principal como su precuela presentan escenas alucinantes en cada uno de los episodios. Parte del éxito se puede identificar en las tomas icónicas que marcaron el ritmo de una historia tan atrapante como fantástica.
La explosión del Septo de Baelor, la mirada al cielo de Ned Stark antes de ser ejecutado, el nacimiento de los dragones de Daenerys, Jon Snow desenvainando su espada antes de pelear en la “Batalla de los bastardos”. Todas estas imágenes son fácilmente reconocibles en la memoria colectiva y mucho tiene que ver el director de fotografía en esto.
Alejandro Martínez llegó así. Siendo un fanático más y retomando una y otra vez, cada detalle de los libros que realizó el aclamado George R. Martin.
En diálogo con La Voz, el mejicano reveló detalles imperdibles de cómo es trabajar en La casa del dragón, del universo Juego de tronos.
“Para mí es un orgullo y un desafío permanente. Llegué a este trabajo con experiencia y con muchas ganas de marcar mi impronta, uno se prepara muchos años para encarar estos proyectos. Es un sueño”, comenta al inicio de una entrevista con varios medios de Latinoamérica.
–¿A qué se debe que tanto “Juego de Tronos” como “La casa del dragón” presenten varios equipos de directores?
–Hay muchos directores porque no podríamos dar abasto. Tenemos dos unidades que trabajan todos los días y los rodajes son muy grandes. No habría tiempo de prepararlos. Por ejemplo, nos tomó 10 meses hacer dos episodios. La carga de trabajo, entonces, es imposible. Lo que se hace es que cada director ruede y tenga su propio director de fotografía para cuidar la calidad.
–¿Cuál es el hilo fundamental por seguir?
–Los directores de fotografía compartimos una oficina y, en este caso, estamos presentes en todo momento los cuatro que trabajamos en el proyecto. Desde la primera temporada, llegamos a acuerdos, decisiones y códigos que íbamos a retomar en la segunda. La idea fue plantear una identidad que se sirva de GOT, pero con nuestro trabajo. Parece poco, pero está lleno de detalles. Son decisiones tipo: ‘¿Qué vamos a hacer con este set?’, ‘¿Cómo lo vamos a iluminar?’. Al final, la meta es que se vea como una sola serie. Para eso hay un montón de conversaciones sobre cómo lograrlo. Y luego cada quien le pone su sello a cada escena.
El universo de la luz
Martínez señala la importancia total de lo, Ryan Condal. Y me da libertad. Te cuento; el funeral que vimos en el episodio dos, por ejemplo, en el guion era super pequeño, media página. Y nos dejó llevar la historia a otro nivel, pudimos meter elementos que se atoran, que se sienta que al niño (decapitado) se le esté por caer la cabeza y se le mueva. Esa escena fue creciendo y la hicimos en tres ciudades diferentes. Quedó algo muy épico”, cuenta.
“Tengo una gran relación con el showrunner, Ryan Condal. Y me da libertad. Te cuento; el funeral que vimos en el episodio dos, por ejemplo, en el guion era súper pequeño, media página. Y nos dejó llevar la historia a otro nivel, pudimos meter elementos que se atoran, que se sienta que al niño (decapitado) se le esté por caer la cabeza y se le mueva. Esa escena fue creciendo y la hicimos en tres ciudades diferentes. Quedó algo muy épico”, cuenta.
–¿Cómo es rodar escenas pensando en los efectos especiales? Ustedes no ven los dragones sobrevolando la bahía…
–Todas las escenas de interacción con elementos de CGI, con dragones, lo que sea, son cosas que se ensayan mucho. Son desafiantes en el sentido de que una serie así tiende a la estética. No es una serie que quiere verse hiperrealista, ni es documental, ni nada. Es un proceso muy interesante porque somos afortunados en tener a los actores todo el tiempo; constantemente tenemos ensayos. Es un proceso completo, con muchísima gente organizando todo para que esto suceda, pero al final es el lujo y el recurso de tenerlo ahí, de tener la hora del día perfecta, de haber tenido el ensayo, para que todo esto se logre de una mejor forma.
El director de fotografía trabajó en los episodios 2 y 5. En ambos, reinó la tensión, un recurso que ha trabajado a la perfección y que trae por haber sido parte de películas como Autómata, Scream y la serie Fallout.
“Al final de cuentas, estamos contando una historia de personajes. Y estamos contando un drama que realmente respetamos, ¿no? Por lo menos en mi caso y en el caso de la directora Claire (Kilner) sí pensamos en esas cosas. Hay tres escenas que para nosotros eran muy importantes y que fueron muy pensadas –indica Martínez–. La escena de Rhaenyra viendo la ventana con sus hijos, dijimos, ‘tiene que ser como un cuadro’. Y me la imaginé como un cuadro de Rembrandt. Les damos valores a las cosas”, comenta.
Y, por otro lado, ejemplifica: “Al capítulo 5 lo pensamos como una transición de duelo. Y si ven, hay imágenes muy cerca de los personajes, pensando en la fotografía de las caras. Todo eso está muy pensado. Ahí es donde te sale el cineasta, y no solo el que entretiene. La intención es que la gente diga ´esta chica está sufriendo´ o que vea lo que está sintiendo. Y para todo eso, como en la historia del cine, la cámara y la luz, ayudan”.
–¿Sos team negro o team verde?
–No tengo reparo en decir que soy team verde porque en las escenas que trabajé fueron mayormente con los Hightower, y los respeto y quiero mucho. De hecho, a Emma (D´Arcy) la conocí recién en el último capítulo que rodé. Todos los actores son increíbles y es un lujo ver cómo trabajan. Pero soy verde.
