El mérito principal de Better Man: la historia de Robbie Williams es sin dudas del propio Robbie Williams, quien, tras haber sido la estrella pop más convocante del mundo, puede seguir reinventándose y haciendo que se hable de él y que sus hits sigan conmoviendo como la primera vez.
Y de hits está hecho el musical biográfico que dirige con pulso firme el australiano Michael Gracey (El gran showman), basado en la vida y obra del cantante británico. Cuando suenan Feel, Angels, Come Undone o Better Man, emocionan, impactan. Hay que contener las lágrimas porque el director sabe cómo ir contando la historia para que las canciones se complementen con cada momento de la vida del cantante, intercalada con coreografías que son puro virtuosismo, como la apabullante secuencia de Rock DJ.
Lo malo es que Better Man no deja de ser la biopic musical de fórmula que recurre al modelo ya probado de las grandes producciones, a los lugares comunes del musical mainstream y a personajes delineados como por una computadora, pero que sabe que, si se les pone corazón y convicción, van a funcionar lo mismo.
La película aborda una temática familiar y artística recurrente, con la estructura clásica de ascenso, apogeo, descenso y redención del artista, pasando por todo tipo de excesos y adicciones y con la cuestión del padre abandónico como centro dramático (un padre que también quiso ser cantante y que marcó a fuego a su hijo cuando le dice que no tiene talento para ser alguien en la vida).
El hecho de que el personaje principal quiera demostrarles a todos que tiene talento y que es el mejor en lo suyo es algo que ya vimos muchas veces.
Una biopic con otro protagonista
Pero la particularidad de la puesta en escena es que Robbie está interpretado por un chimpancé digitalizado (técnica de captura de movimiento como en El planeta de los simios), al que le pone cuerpo el actor Jonno Davies (la voz es de Williams), lo que hace que el filme sea más llamativo y divertido, y que marque la diferencia respecto de otras biopics (como Bohemian Rhapsody), haciendo que sea más fiel a la visión de sí mismo de Robbie.
Es decir, estamos ante una película honesta, sobre todo por parte del cantante, que se anima a exponerse una vez más y a ventilar sus problemas familiares, su pasado depresivo y cómo tuvo que lidiar con la fama. Además de mostrar, con mucho cariño, a otros famosos que pasaron por su vida, como los hermanos Gallagher y su exnovia Nicole Appleton (Raechelle Banno), la también exitosa cantante de la banda All Saints.
Y todo al ritmo frenético de un musical con bailes y actores a la altura carismática del personaje, arrancando desde su infancia en los potreros del barrio cuando le hacían bullying y sus comienzos en la boy band Take That hasta cuando, a comienzos de este siglo, llenó los conciertos en Knebworth, desafío que lo hacía temblar de miedo.
El director logra resumir la vida de Williams en poco más de dos horas que se pasan volando, que se ajustan a una fórmula pero para hacerla más entretenida y compacta, y con una historia biográfica con momentos tristes, felices y conmovedores, que hacen que el que no conoce nada de la vida del cantante salga de la sala sabiendo bastante de él. Y adorándolo (a pesar de sus poses egocéntricas) tanto como a la película.
Para ver “Better Man: la historia de Robbie Williams”
Better Man, Reino Unido/Estados Unidos/China/Francia/Australia, 2024. Musical, drama. Dirección: Michael Gracey. Guion: Simon Gleeson, Oliver Cole y Michael Gracey, basado en la historia de vida de Robbie Williams. Elenco: Robbie Williams, Jonno Davies, Steve Pemberton, Alison Steadman, Kate Mulvany, Frazer Hadfield, Damon Herriman, Raechelle Banno, Tom Budge y Jake Simmance. Fotografía: Erik Wilson. Música: Batu Sener. Duración: 135 minutos. Apta para mayores de 16 años. En cines.