Extraviados en las tinieblas telúricas de un libro inadaptable, los filmes inspirados en Pedro Páramo van alimentando su propia aldea de ecos y fantasmas. El recién llegado a la ardua empresa es Rodrigo Prieto, prestigioso director de fotografía mejicano (trabajó con Scorsese, con Alejandro González Iñárritu y con Ang Lee, entre otros) que se lanza a la dirección con esta nueva recreación para Netflix del clásico de Juan Rulfo, con guion de Mateo Gil (Abre los ojos, Mar adentro).
Llevada varias veces al cine con resultados dispares –la versión más conocida data de 1967, con guion de Carlos Fuentes y dirección de Carlos Velo, habiendo otra de 1976 con guion del propio Rulfo y dirección de José Bolaños–, la historia del cacique Pedro Páramo y de su hijo bastardo Juan Preciado ha pasado a cristalizarse en una fábula universal sobre el amor y la corrupción, destino tan feliz como equívoco para una novela de arquitectura compleja.
Plena de voces poéticas espectralmente entrelazadas y temporalmente yuxtapuestas, Pedro Páramo encontró en sus desplazamientos al cine una traducción lineal y didáctica de la que el trabajo de Prieto no es excepción.
Preciado (Tenoch Huerta) llega al desolado pueblo de Comala buscando a su padre Pedro Páramo (Manuel García-Rulfo) por pedido de su fallecida madre, no sin antes cruzarse a un caminante que le revela que él es también hijo de Pedro Páramo y que este murió hace años. Mediante distintas mujeres del lugar que ofician de narradoras testigo, Preciado conocerá la historia de este hombre poderoso que poseyó amantes y tierras y cuya gloria y decadencia quedó atada a los avatares de la revolución mejicana y a la fallida conquista de un romance de juventud.
Así, el arco vital de Páramo se divide en una serie de flashbacks episódicos que abordan la trágica muerte de su único hijo reconocido, Miguel (Santiago Colores), cuyas acciones enfrentan a Pedro con el cura Rentería (Roberto Sosa); el casamiento estratégico con Doloritas (Eduviges Dyada) y su posterior y cruel abandono; el intento vano de seducir a su amada Susana San Juan (Ilse Salas) cuando esta regresa a Comala, y la vejez agónica en un México librado a las ruinas desérticas de la revolución.
Resulta curioso cómo muchas escenas se superponen con las de los filmes previos, como si Prieto se apoyara sobre el precedente fílmico más que sobre el texto. La presente adaptación oscila de esa manera entre el respeto a una tradición tácita e inamovible y una serie de licencias fantásticas que o bien deberían haberse omitido o extremado para consumar la profanación (una mujer que se convierte en lodo, unos desnudos dantescos en el cielo, amantes de ensueño que flotan en el agua).
La potencia del libro queda reducida a cierto costumbrismo pintoresco leído a través de la estela afable del realismo mágico, bien lejos de la sequedad noir y de la contundencia metafísica que caracterizan al relato de Rulfo. De querer conocer al auténtico Pedro Páramo, el espectador streaming deberá aventurarse en esas páginas brumosas e imposibles.
Para ver “Pedro Páramo”
México, 2024. Guion: Mateo Gil. Dirección: Rodrigo Prieto. Con Manuel Garcia-Rulfo, Tenoch Huerta y Dolores Heredia. Duración: 222 minutos. Clasificación: apta para mayores de 16 años. Plataforma: Netflix.