Es temprano para saber si Pecadores, la nueva película de Ryan Coogler (Creed, Pantera Negra), es una obra maestra. Hay que dejarla reposar, que actúe el tiempo en ella. Los años dirán si estamos ante una genialidad o sólo ante una película de vampiros con una ambición descomunal, capaz de abordar y fusionar géneros y música de manera original, como hacía mucho que no se veía en el cine mainstream.
Por momentos es un festín visual potente, que capta la atención del espectador gracias a sus personajes y a su historia y a cómo Coogler (también guionista y productor) la cuenta, saliéndose de las fórmulas para entregar una suerte de fábula de horror musical con conciencia histórica, a su vez atravesada libremente por la leyenda del músico Robert Johnson, quien aseguró haberle vendido el alma al diablo a cambio del don para tocar la guitarra.
Filmada con cámaras Imax 65 mm y Ultra Panavision 70, el filme está protagonizado por Michael B. Jordan en el doble papel de los gemelos Smoke y Stack, acompañado por Miles Caton (en su debut actoral) como Sammie Moore y por Hailee Steinfeld como Mary, exnovia de Stack, además de contar con la participación del guitarrista Buddy Guy, ícono del Chicago blues, en una escena de los créditos finales que resignifica la película (a no irse de la sala hasta el final).
La trama de "Pecadores"
La potencia de la historia se debe en gran parte a las partituras altisonantes de Ludwig Göransson, que refuerzan las escenas y se mezclan con virtuosismo con la música que tocan los personajes, porque de música va el asunto, ya que todo parece ser una oda al blues en clave de película de horror sobrenatural ambientada en el sur profundo de Estados Unidos en 1932, cuando Smoke y Stack, dos gánsteres que hicieron plata en Chicago, regresan a su pueblo, Clarksdale, Mississippi, para abrir un boliche.
Para eso compran un viejo local a un sospechoso de integrar el Ku Klux Klan y empiezan a recolectar gente para que trabajen con ellos, como al joven Sammie (primo de ambos y músico aficionado con talento para la guitarra), un viejo blusero y armonicista (Delroy Lindo) y a la exmujer de Smoke, entre otros.
La película transcurre en un solo día, pero tiene un prólogo en el que se ve a Sammie entrar a una iglesia, en plena misa, todo lastimado y con la guitarra rota, para luego volver al día anterior y mostrar qué fue lo que pasó.
A partir de la segunda mitad se adentra en la noche, cuando inauguran el boliche. El lugar se llena de gente y pronto llegan tres extraños con guitarras, liderados por un tal Remmick (Jack O’Connell).
Lo que se suponía que tenía que ser una fiesta de música, baile y alcohol (la película también tiene una voz en off que habla de la leyenda de la música como llamadora de espíritus malignos), se convierte en una pesadilla en la que todos tendrán que sobrevivir, lo que Coogler aprovecha para dar rienda suelta a una batalla campal sangrienta.
Es cierto que se parece a películas como Del crepúsculo al amanecer, de Robert Rodríguez, y a Vampiros, de John Carpenter, entre otras del género. Pero lo que la diferencia a Pecadores es lo que hace con la historia blusera de su pueblo, mostrándola como una fuerza espiritual y narrativa aplastante, del orden de lo mágico, de lo mítico, eternamente libre.
Para ver Pecadores
Sinners, Estados Unidos, 2025. Calificación: muy buena. Terror, Acción. Guion y dirección: Ryan Coogler. Elenco: Michael B. Jordan, Miles Caton, Hailee Steinfeld, Andrene Ward-Hammond, Jack O’Connell, Tenaj Jackson, David Maldonado, Yao, Helena Hu, Sam Malone, Li Jun Li, Jayme Lawson, Omar Benson Miller, Delroy Lindo y Saul Williams. Fotografía: Autumm Durald Arkapaw. Música: Ludwig Göransson. Duración: 137 minutos. Apta para mayores de 13 años (con reservas). En cines.