Del viejo al nuevo mundo, los rieles fueron símbolo inequívoco de la colonización del territorio a través de la prepotencia industrial. Del lado menos esplendoroso de esa utopía se sitúa Sueños de trenes, la adaptación de Clint Bentley (Jockey) de la novela de Denis Johnson que exhibe a Joel Edgerton como el leñador de principios de siglo Robert Grainier.
Inmerso en los majestuosos paisajes de la región estadounidense de Idaho, el protagonista de pocas palabras tala árboles centenarios en un aserradero junto a una tropa de trabajadores tan sacrificados y trotamundos como él.
La posibilidad de redimir su rutina solitaria le llega cuando conoce a Gladys (Felicity Jones), una joven aldeana con la que rápidamente pasan a formar una pareja feliz y a ser padres de una beba, aunque los constantes traslados a los que lo dispone su oficio conminan a Robert a pasar un sufriente tiempo sin verlas.
Cuando está planeando establecerse en su cabaña y emprender una labor hogareña con su mujer ocurre una tragedia que tuerce fatalmente el destino de Robert, deparando la amarga y elegíaca segunda mitad del largometraje.
Con la excepción de ese evento rayano en lo sensacionalista que involucra al fuego Sueños de trenes se apoya en un minimalismo que emula la ética humilde de Robert.
Se detiene fugazmente en cielos, animales y bosques, sugiriendo el racismo en un contemplativo plano general, alternando personajes secundarios con ánimo efímero: Arn Peeples (William H. Macy), trabajador veterano que oficia de mentor afectivo; el nativo Ignatius Jack (Nathaniel Arcand), que comparte con Robert una camaradería salvaje; o Claire Thompson (Kerry Condon), exenfermera que se muda a la zona para prevenir incendios.
Esa problemática ambiental es la que ata los vagones rústicos de Sueños de trenes, ya que el castigo íntimo que experimenta Robert parece estar asociado a su dañino quehacer forestal. “¿Creés que las cosas malas que hacemos nos vuelven?”, pregunta él en un momento al percibirse eslabón proletario de un arrasamiento mayor.
Un Robert ya envejecido atisbará el arribo del hombre al espacio, el salto cuántico de aquellos ferrocarriles que supieron soñar una nación.
Pero por debajo de esa línea acaso demasiado causal se desliza otra más interesante, la sensación de Robert de no haber experimentado ninguna revelación, de que la vida se le pasó como un tren que no va a ninguna parte o una película que priorizó el devenir por encima de un argumento inflamable.
Para ver Sueños de trenes
EE.UU., 2025. Guion: Clint Bentley y Greg Kwedar. Dirección: Clint Bentley. Con: Joel Edgerton, Clifton Collins Jr. y Felicity Jones. Duración: 102 minutos. Plataforma: Netflix.
























