Resulta incomprensible la insistencia infantil de James Cameron con la saga de Avatar, que en su tercera entrega repite el planteo argumental y el mensaje new age de las dos anteriores, como si el director se empecinara en contar la misma historia de los Na’vi hasta el hartazgo, con sus guerras épicas entre clanes y sus conflictos solemnes con “las personas del cielo”, que quieren invadir Pandora para destruirla desde adentro.
En sus excesivas, agotadoras e innecesarias tres horas y cuarto, Avatar: Fuego y cenizas plantea la misma estructura narrativa y más o menos el mismo conflicto de la anterior, Avatar: El camino del agua, pero con una nueva villana, Varang (Oona Chaplin), líder de una tribu Na’vi especialmente agresiva: el clan Mangkwan, también conocido como el Pueblo de las Cenizas.
Es este personaje, justamente, quien se alía con el archienemigo de Jake (Sam Worthington) y Neytiri (Zoe Saldaña), Quaritch (Stephen Lang), para atacarlos y sembrar el caos en los arrecifes pacíficos donde viven.
A un año de haberse asentado en el clan Metkayina, la familia de Jake y Neytiri sigue en duelo tras la muerte de Neteyam, mientras permanece alerta ante la amenaza de la tribu enemiga, los “Ash”, y cuida al humano Spider (Jack Champion) como si fuera un hijo más, quien vuelve a tener protagonismo en algunas de las escenas de acción más logradas y emotivas.
La historia suma, además, un parto en pleno combate (de un bebé que seguramente tendrá su debido desarrollo en la próxima entrega) y un llamado a la Madre Guerrera, que habita en el fondo de las aguas de Pandora y que funciona como último recurso bélico para vencer a Varang y a Quaritch.
Más de lo mismo
Sin embargo, toda esa aparatosidad tecnológica de alto presupuesto, con colores y efectos especiales imponentes, se siente gastada y repetitiva, como una fórmula aplicada en piloto automático o un intento de disimular la falta de ingenio y de riesgo de la historia, que no logra reinventarse ni proponer algo que realmente emocione o que dialogue con el presente, o incluso con su propio universo.
Toda la parafernalia sonora y visual se ve deslucida por una trama que no logra entusiasmar ni estar a la altura del sorprendente despliegue técnico, y que carece de la funcionalidad y de la organicidad que un entretenimiento de este tipo requiere, a pesar del esfuerzo de un numeroso equipo de técnicos por dar forma a una aventura grandilocuente que no alcanza a ser descomunal.
Millones de dólares invertidos para entregar una historia que, en su primera hora, puede aburrir hasta a sus fans, en tanto que la segunda parte apenas despega con las batallas y las secuencias de acción habituales, que no sorprenden y parecen más de lo mismo, como si Cameron hubiera olvidado lo que ya había contado en las entregas anteriores.
Y ni se les ocurra dormitar un segundo, porque después será difícil seguirles el hilo a los personajes y a las intrigas de los villanos (un poco complicadas al vicio), que terminan resintiendo una película que podría haber ganado más puntos si durara media hora menos o si se hubiera desarrollado mejor a la nueva villana, cuya misión nunca queda del todo clara.
Avatar: Fuego y cenizas se siente más como la película de un gran estudio sin personalidad que como la de un director de clásicos indiscutibles como las dos primeras Terminator, Alien 2: El regreso, Mentiras verdaderas y Titanic, películas en las que Cameron sí supo pensar (y hacernos pensar) los géneros y los temas abordados, siempre con inteligencia y con personajes inolvidables.
En cambio, acá estamos ante una épica sin alma (con un mensaje algo desactualizado y bastante obvio), una aventura de ciencia ficción olvidable que probablemente sufra pérdidas importantes, directamente proporcionales a lo invertido. Quizás se lo merezca.
Para ver Avatar: Fuego y cenizas
Avatar: Fire and Ash, Estados Unidos, 2025. Aventuras, Acción, Ciencia ficción. Dirección: James Cameron. Guion: James Cameron, Rick Jaffa y Amanda Silver. Elenco: Sam Worthington, Zoe Saldaña, Sigourney Weaver, Stephen Lang, Oona Chaplin, Kate Winslet, Cliff Curtis, Joel David Moore, Jack Champion, Giovanni Ribisi, Jemaine Clement, CCH Pounder, Edie Falco, Brendan Cowell, Britain Dalton y David Thewlis. Fotografía: Russell Carpenter. Música: Simon Franglen. Duración: 197 minutos. Apta para mayores de 13 años. En cines.
